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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
3
Comedia Donny Berger (Adam Sandler) es un padre que pretende controlar la inminente boda de su hijo Todd (Andy Samberg), y para ello se muda a vivir con él y su novia Jamie (Leighton Meester). (FILMAFFINITY)
22 de junio de 2013
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el bodrio se salvo de entrar entre las 51 peores películas del 2012 (y no por la enfurecida crítica) fue recibida con una nueva lluvia de nominaciones a los Razzies (en total 8) de las que materializó dos al Peor Actor para Sandler y el Peor Guión del año… Año en el que “La saga Crepúsculo: Amanecer - Parte 2” parecía condenada y que provocó que el actor, que ya lleva ganados 6 anti-premios, evitara la reválida de batir todos los récords después de los odios engendrados por “Jack y su gemela”. Aquí, el intérprete estadounidense debería preocuparse más por el fiasco de taquilla que se quedó lejos de recuperar los 70 millones de presupuesto y que hace replantearnos dónde coño se han gastado la pasta para algo tan aparentemente cutre. ¿Habrá dilapidado todos los millones en la preproducción evitando futuras demandas por utilizar temas como el sexo con menores (y tercera edad), el incesto o curas boxeadores ultra-violentos? ¿Sobornando a los propios actores al ver el resultado final?

Después de la decepción de duplicarse como Jack y Jill, Sandler volvió a su vertiente más sucia y transgresora bajo el mandado de la nostalgia ochentera. El resultado no es tan mediocre como lo pintan unos ni tan divertido como podrían derrapar las neuronas de otros. “Desmadre de padre” es una comedia tan ofensiva como aséptica que parte de una interesante concepción de la popularidad. Si “Ted” de Seth MacFarlane se servía de un ‘milagro’ para ejecutar su atropello contra el buen gusto y su himno de melancolía de los 80, Sean Anders opta por una fantasía sexual de instituto para plasmar la relación prohibida de una profesora con su alumno y protagonista del filme. Fruto de tan estúpida y surrealista unión es un hijo warsiano que debería continuar con la absoluta inmadurez de su padre como sucesión y maldición hormonal.

Cerveza en mano y grosería por bandera, el personaje de Sandler sigue de nuevo las enésimas pautas del telefilme barato familiar queriendo reconciliarse con su hijo y sufriendo la dicotomía de defraudar su confianza para eludir la prisión gracias a un jugoso acuerdo televisivo. No faltará despedida de soltero y un espectáculo desagradable sobre la idiotez incorregible y su certificación de consumada y perpetua inmadurez. Entre gritos, eyaculaciones, Wassup y Vanilla Ice lo vulgar encuentra un objeto de estrechez dejando penetrar a la infamia y al sensacionalismo barato. Ni Han Solo se salva del convite ni mucho menos la absolución de cualquier sintomatología libertaria; los chistes están a la altura del emético conjunto, pero en “Desmadre de padre” se incrusta una lectura en la que el propio Sandler fluye y se coagula como el esperma a modo de desagradable savia cinematográfica. El árbol que ha compuesto su trayectoria está marcada por el bodrio rapaz y el repollo asonante, entre el vómito y la arcada, pero sobre todo por ese final FUCK YOU antes de presentar la dimisión al más resabiado crítico. La idea es irritar y demostrar que la fama te convierte en una víctima de la sociedad si emerges como un inusual y peligroso modelo para futuras generaciones. Puedes copiar o pegar, en el amplio sentido del verbo y mucosidad, y “Desmadre de padre” se convierte en ese pegamento que une las páginas de las revistas pornográficas y las difumina en la nostalgia del recuerdo. Ese lado mezquino del placer que nunca conviene levantar y que Sandler estira en cada obra con la misma ignorancia innata que sus mentecatos personajes. El desgarro (neuronal) y los daños irreversibles, obviamente, están asegurados.
Maldito Bastardo
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