“Halloween, el origen” tiene dos deficiencias básicas: uno, los clichés made in precuela-remake; dos, su metraje.

La precuela de Rob Zombie sobre el material original de Carpenter (y sus posteriores siete partes) carece de sentido al estar todavía vigente el filme de 1978 y sobre todo porque dudo que fuese necesario explicar el origen de Michael Myers, como lo era absurdo de Leatherface, Hannibal Lecter y compañía. El peor homenaje que podría hacer al director de “Asalto a la comisaría del distrito 13” un aventajado alumno es la primera hora / cincuenta minutos de metraje. Es ahí donde todas las carencias se multiplican en la precuela por excelencia intentando dar forma desde la infancia del sádico asesino en ese hospital psiquiátrico.
Rodar en prácticamente los mismos decorados naturales refuerza más al origen.

Lo interesante es en lo que desemboca: un homenaje slasher al material original que ni llega a los niveles ofrecidos por Carpenter en la imprescindible “La noche de Halloween”. Es ahí donde más brilla la propuesta aunque por otro lado, ¿era necesario?