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Voto de Maldito Bastardo:
5
7,1
28.103
Drama
Cochabamba, Bolivia. Año 2000. Sebastián (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar) se han propuesto hacer una película sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Mientras que Sebastián, el director, pretende desmitificar al personaje presentándolo como un hombre ambicioso y sin escrúpulos; a Costa, el productor, sólo le importa ajustar la película al modesto presupuesto del que disponen; precisamente por eso elige Bolivia, ... [+]
15 de enero de 2011
35 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente la presentación sea lo mejor de la función. Los cineastas llegan para el casting y se encuentran con una cola kilométrica de personas en busca de esperanza y dos dólares. ‘No se les puede ver a todos’. Los roles se preparan y se intuyen: el duro y el débil. La economía frente a lo social. Pero hay más. Una gran metáfora sobre la inmigración en un mundo en el que no puede haber papeles para todos ni muchos pueden llegar ni siquiera a ser explotados. Por supuesto, hay rebeldía por parte de los olvidados… y un líder. Algunos de ellos y con suerte podrán ser víctimas de la explotación. Una cruz pasa por encima de ellos en un homenaje tal vez a la figura de Fellini y su santificada “La dolce vita” pero la obra no se construye y se sustenta sobre el surrealismo como crítica ácida y mordaz, tal y como haría Berlanga, sino que el guionista y pareja de la directora pretende darnos un sermón progresista en un mundo global y de historia cíclica. Hay bastante hipocresía y cierto conato de mala leche: el artísta progre tiene principios en el papel, sobre papel y de papel… pero el tono paródico-cómico se torna en docu-soci-trágico sin la correcta mirada documental y desorientada por la magnitud de mensajes y circunstancias.
Paul Laverty huele a ese viejo que nos ha contado el mismo cuento una y otra vez con diferentes personajes y escenarios. ¿Qué valor tiene contar verdades como puños si nadie se las cree por cómo las cuentas? Ninguno, al menos, para el espectador que no desconoce la verdad y ha visto esta película tantas veces que recuerda a un sermón de iglesia… El ajo te puede gustar… pero si te repite acabas por dejarlo de lado.
Existe una analogía de épocas quiere plasmarse para entender el presente y futuro. La manera de realizarlo ha sido sobre un juego metaficcional de cajas chinas, mediante la construcción de una película del descubrimiento de Colón con abuso y derecho de uso en un país low-cost, con suculentos beneficios económicos pero sin medios para explotarlos convenientemente. De la caja china del pasado se enlaza en tamaño y proporción a la del presente. El oro por el agua. La película, la realidad o esa mirada documental que se contrasta y que se olvida con el personaje de Maria (Cassandra Ciangherotti). Tal vez allí estaba la película que no nos muestra Bollaín y la que resultaría de una mirada mucho más contemporánea.
[Continúa en el Spoiler]
Paul Laverty huele a ese viejo que nos ha contado el mismo cuento una y otra vez con diferentes personajes y escenarios. ¿Qué valor tiene contar verdades como puños si nadie se las cree por cómo las cuentas? Ninguno, al menos, para el espectador que no desconoce la verdad y ha visto esta película tantas veces que recuerda a un sermón de iglesia… El ajo te puede gustar… pero si te repite acabas por dejarlo de lado.
Existe una analogía de épocas quiere plasmarse para entender el presente y futuro. La manera de realizarlo ha sido sobre un juego metaficcional de cajas chinas, mediante la construcción de una película del descubrimiento de Colón con abuso y derecho de uso en un país low-cost, con suculentos beneficios económicos pero sin medios para explotarlos convenientemente. De la caja china del pasado se enlaza en tamaño y proporción a la del presente. El oro por el agua. La película, la realidad o esa mirada documental que se contrasta y que se olvida con el personaje de Maria (Cassandra Ciangherotti). Tal vez allí estaba la película que no nos muestra Bollaín y la que resultaría de una mirada mucho más contemporánea.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Romero hizo lo propio con la descabezada por una amplia mayoría de público “El diario de los muertos de George A. Romero”. En la misma se rodaba una película de Serie B y los personajes y equipo técnico de la misma se veían envueltos en una Apocalipsis Zombie. Decidían plasmar y rodar toda esa realidad cambiante donde había reflejos de un contexto social y político en la era de la información predominante de nuestros días. Aquí esa mirada la podría proporcionar las imágenes documentales de Maria con su cámara en mano. Más factible, palpable y real. A Maria le echan agua encima y la convocan al olvido. Siempre se mira hacía otro lado hasta que la realidad te explota en la cara. Poco importa su visión y punto de vista. Lo que pretende ser relevante es la analogía entre la ficción de esa película y la realidad en ese conflicto por el agua utilizando al catalizador del equipo artístico y técnico. Todo muy blanco o todo muy negro.
La Guerra del Agua acaecida en Bolivia en 2000 se antoja ahora, vista desde el renqueante y dubitativo pasado, como meramente transitoria. En tiempos de wikileaks las realidades son a golpe de conspiraciones globales. Da lo mismo quien esté al cargo porque al cargo de él estará otro. La esclavitud no fue erradicada, ni la colonización finalizó con la toma de vidas y oro. Sigue vigente pero sobre los patrones globalizados de un mundo capitalista y nada ni nadie puede cambiar mientras quien maneje los hilos decida modificar el sistema de ‘explotación’. Aquí todos pierden, tanto al que roban el trabajo en su propia casa para dárselo a otro mediante el fraude y el chantaje emocional. Los perros persiguen al más débil. Hace quinientos años y pasados mil. Una moneda de cambio en la que pierde el colono y el colonizado y el oro va a parar al idéntico bolsillo de siempre. Un imperio con diferente nombre y mismo saco sin fondo donde todo tiene un dueño que pide que se le dé también la lluvia.
La Guerra del Agua acaecida en Bolivia en 2000 se antoja ahora, vista desde el renqueante y dubitativo pasado, como meramente transitoria. En tiempos de wikileaks las realidades son a golpe de conspiraciones globales. Da lo mismo quien esté al cargo porque al cargo de él estará otro. La esclavitud no fue erradicada, ni la colonización finalizó con la toma de vidas y oro. Sigue vigente pero sobre los patrones globalizados de un mundo capitalista y nada ni nadie puede cambiar mientras quien maneje los hilos decida modificar el sistema de ‘explotación’. Aquí todos pierden, tanto al que roban el trabajo en su propia casa para dárselo a otro mediante el fraude y el chantaje emocional. Los perros persiguen al más débil. Hace quinientos años y pasados mil. Una moneda de cambio en la que pierde el colono y el colonizado y el oro va a parar al idéntico bolsillo de siempre. Un imperio con diferente nombre y mismo saco sin fondo donde todo tiene un dueño que pide que se le dé también la lluvia.