David Trueba quería quitarse parte del poso dramático con “Soldados de Salamina” volviendo a realizar una comedia. Lamentablemente para David no se trata de un ejercicio como el los hermanos Coen, que pueden cambiar fácilmente de registros imprimiendo un estilo. Aquí se muestra un ejercicio de torpeza cinematográfica: el guión demuestra a personajes desfigurados, que se expresan, lloran y se quejan pero no muestran realmente nada. Hablan, pero son incapaces de transmitir sus emociones. El paso a la edad adulta a golpe de “bombo y platillo” pasa por la integración laboral y personal.
En lo laboral no faltaran el arsenal de actores secundarios en una sátira del mundo de la prensa. Y es ahí donde David juega sus mejores bazas en ese crítico ciego.
En lo personal abundan los tópicos.

Frases construidas anodinas y heredando lo peor de la comedia televisiva.
Contradictoriamente en Málaga fue premiada por su dirección inexistente.