Un verano con Mónica es considerada por muchos la primera obra maestra de Ingmar Bergman. Forma parte de la “trilogía del verano”, que esta formada por Juegos de verano, Un verano con Mónica y Sonrisas de una noche de verano.

Un verano con Mónica recoge, condensa y mejora los temas de las anteriores películas de Bergman. Se puede decir que un autor hace siempre la misma película hasta que surge la obra maestra. Bajo mi opinión Bergman hará obras aún mejores que Un verano con Mónica, pero esta es la mejor de lo que había hecho hasta ahora.

La película trata sobre el romance del primer amor, bajo una perspectiva influenciada más por el neorrealismo italiano que del amor hollywoodense. La historia se centra en dos jóvenes de clase obrera en un barrio de Estocolmo, Monika (Harriet Andersson) y Harry (Lars Ekborg), alienados por una sociedad que les crea muchas trabas a su felicidad: jefes explotadores, compañeros sobones, padres incomprensivos, etc. La especialidad de Bergman es dotar a los personajes de una profundidad psicológica que hace sus películas tan especiales, son tan complejos y ambiguos que producen empatía en el espectador. Están llenos de defectos, en ocasiones son miserables, egoístas pero también son soñadores y quieren liberarse y mejorar. La escena en la que Monika ve una película de amor en el cine con su héroe y su heroína, es una declaración de intenciones bergmaniana. El amor en esta película no va a ser como en el cine.

Como ya decía, hay temas y acciones que vuelven a aparecer de sus otras películas. El papel de la tía como ya ocurría en la opera prima Crisis, más pendiente que los padres, en este caso la actriz Dagmar Ebbesen. El rival de Harry y moscón de Monika, con su escena de pelea incluida, remite por ejemplo a Ciudad portuaria o Música en la oscuridad entre otras. La personalidad de Monika y su sufrimiento remite al de Rut (Eva Henning) en la Sed. El papel del sacerdote que se interpone como un obstáculo en el amor de los protagonistas. Pero sobre todo Un verano con Mónica es la mejora de Llueve sobre nuestro amor, y un buen ejemplo son el papel de los mercaderes de trastos u objetos de segunda mano. Donde la metáfora que se consigue en Un verano con Mónica es más realista y sutil que la de los personajes de Llueve sobre nuestro amor. (lo explicaré en el Spoiler).

La fotografía de Gunnar Fischer es maravillosa. Se luce cuando los protagonistas están solos en el archipiélago debido a su belleza y a la habilidad de narrar con menos diálogo. Aunque mis escenas favoritas respecto a la fotografía es el principio cuando te presentan la calle principal por donde se mueven los habitantes del pueblo, siendo el espejo de la tienda Forsbergs, donde trabaja Harry, el testigo principal de las acciones cotidianas.

Destacar también otro fuerte de Bergman, la dirección de actores. Mención especial Harriet Andersson con solo 21 años, aunque Monika tenga 18, derrocha sensualidad, lujuria, dolor, alegría... es decir Vida. Sería el primer trabajo con Ingmar Bergman, y desde a partir de ahora colaborarían de forma asidua.