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Voto de carmelo pagano:
4
6,2
5.331
Drama
Narra la historia de amistad de dos curas, Julián y Nicolás, que tras sobrevivir a un intento de asesinato por parte del ejército durante su trabajo en Centroamérica, se asientan en una barriada de Buenos Aires para desarrollar su apostolado y labor social. Allí conocen a Luciana, con quien lucharán codo con codo contra la corrupción, un mal endémico de la zona. Su trabajo los enfrentará con la jerarquía eclesiástica y con el poder ... [+]
29 de agosto de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ambicioso proyecto de Pablo Trapero, no genera empatía con el espectador.
El film se encarama en un guión inconsistente, causando un notorio perjuicio en la puesta en escena. Esto traslada la coexistencia de diálogos deficientes y digresiones en la trama; llevando a que este caro producto se diluya con mucha pena y poca gloria.
En ese sentido, se pretende de manera excluyente el supuesto por parte del espectador, aquí donde el guión debió ahondar más exhaustivamente. En el caso que nos ocupa, se percibe la ausencia de acciones preliminares para involucrar al público en la odisea. Si bien hay esbozos en las imágenes, estas funcionan de manera inter dependientes, como cámaras estancas. Produciendo fisuras que subsisten de manera más antojadiza, que en el correlato dramático.
Otra cuestión, es que hay demasiada explicación acompañada con una cámara que sigue a los personajes inexorablemente; constituyéndose este artilugio como un tópico manierista. En consecuencia; observamos travellings elaborados y, en contrapartida, planos generales estáticos. En medio de esto, nada. La narración se hubiese beneficiado con otras variantes, resultando para ello primordial, el estudio minucioso respecto del espacio temporal* en la sucesión de planos, que aquí pervierte su significación revelando un montaje ramplón. Hallamos secuencias que desde lo formal resultan reiterativas, prorrogando la inercia del travelling para acompañar al personaje pertinente, en sus constantes explicaciones de cuanto sucede.
Enfatizo: la película se niega a emplear un lenguaje visual que pudiera conferir excelencia a las acciones, causando un daño mayúsculo, por no existir un vehículo catalizador que acompañe al relato. Una pena.
El film se encarama en un guión inconsistente, causando un notorio perjuicio en la puesta en escena. Esto traslada la coexistencia de diálogos deficientes y digresiones en la trama; llevando a que este caro producto se diluya con mucha pena y poca gloria.
En ese sentido, se pretende de manera excluyente el supuesto por parte del espectador, aquí donde el guión debió ahondar más exhaustivamente. En el caso que nos ocupa, se percibe la ausencia de acciones preliminares para involucrar al público en la odisea. Si bien hay esbozos en las imágenes, estas funcionan de manera inter dependientes, como cámaras estancas. Produciendo fisuras que subsisten de manera más antojadiza, que en el correlato dramático.
Otra cuestión, es que hay demasiada explicación acompañada con una cámara que sigue a los personajes inexorablemente; constituyéndose este artilugio como un tópico manierista. En consecuencia; observamos travellings elaborados y, en contrapartida, planos generales estáticos. En medio de esto, nada. La narración se hubiese beneficiado con otras variantes, resultando para ello primordial, el estudio minucioso respecto del espacio temporal* en la sucesión de planos, que aquí pervierte su significación revelando un montaje ramplón. Hallamos secuencias que desde lo formal resultan reiterativas, prorrogando la inercia del travelling para acompañar al personaje pertinente, en sus constantes explicaciones de cuanto sucede.
Enfatizo: la película se niega a emplear un lenguaje visual que pudiera conferir excelencia a las acciones, causando un daño mayúsculo, por no existir un vehículo catalizador que acompañe al relato. Una pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
*En una secuencia, se observan sentados en derredor de una mesa: al obispo, los curas villeros, y autoridades del gobierno. La misma se inicia con un plano general, y así continúa hasta el corte. En momentos donde el argumento impone un cambio de ritmo para enfatizar el discurso, el director permanece ausente; demostrando con esto, que no está haciéndose carne de aquello que narra. Por consiguiente, nosotros observamos impávidos, con desgano, aquello que (no) sucede.
En otra circunstancia (la madre que reclama le devuelvan el cadáver de su hijo); se hallan: el cura francés, la asistente social, Sandoval y otro ayudante. Entonces, el cura decide ir en busca del cuerpo del muchacho, desobedeciendo con esta actitud a sus compañeros. Aquí el director, emplaza la cámara logrando un encuadre moroso cuanto menos. Vemos el perfil del rostro del cura, la nuca de Sandoval, y, abajo hacia la izquierda del cuadro, la carita de la asistente social. No podemos permanecer menos que consternados por la ejecución del plano.
UN CURA INCREÍBLE
En otra secuencia, el clérigo francés está en la calle con dos chicos de la villa. De pronto, la cámara toma un grupo de jóvenes que corren hacia ellos. Se escucha: “¡Ahí viene la yuta!” (Policía). Instantáneamente, el cura agarra a los chicos del brazo huyendo del lugar.
Analizando su comportamiento, ¿Por qué debería huir un representante de Dios? Su misión en “ese cosmos villero”; ¿acaso es censurable? Aunque pretenda proteger a estos chicos que están junto a él, ¿por qué huir? ¡No han hecho nada!
El personaje resulta inverosímil, por cuanto se nos expone como modelo de representación. En este drama social, nosotros, como espectadores, estamos necesitados de hallar un vehículo probo, a fin de entregarnos emocionalmente a la historia.
Tengo la impresión, que si Pablo Trapero hubiese llevado a cabo este proyecto, rodándolo en blanco y negro y con actores no profesionales, le hubiese ido mucho mejor. Como Mundo Grúa, que no es poco.
Hitchcock, decía: “cuando las ideas no acuden, run for cover”.
En otra circunstancia (la madre que reclama le devuelvan el cadáver de su hijo); se hallan: el cura francés, la asistente social, Sandoval y otro ayudante. Entonces, el cura decide ir en busca del cuerpo del muchacho, desobedeciendo con esta actitud a sus compañeros. Aquí el director, emplaza la cámara logrando un encuadre moroso cuanto menos. Vemos el perfil del rostro del cura, la nuca de Sandoval, y, abajo hacia la izquierda del cuadro, la carita de la asistente social. No podemos permanecer menos que consternados por la ejecución del plano.
UN CURA INCREÍBLE
En otra secuencia, el clérigo francés está en la calle con dos chicos de la villa. De pronto, la cámara toma un grupo de jóvenes que corren hacia ellos. Se escucha: “¡Ahí viene la yuta!” (Policía). Instantáneamente, el cura agarra a los chicos del brazo huyendo del lugar.
Analizando su comportamiento, ¿Por qué debería huir un representante de Dios? Su misión en “ese cosmos villero”; ¿acaso es censurable? Aunque pretenda proteger a estos chicos que están junto a él, ¿por qué huir? ¡No han hecho nada!
El personaje resulta inverosímil, por cuanto se nos expone como modelo de representación. En este drama social, nosotros, como espectadores, estamos necesitados de hallar un vehículo probo, a fin de entregarnos emocionalmente a la historia.
Tengo la impresión, que si Pablo Trapero hubiese llevado a cabo este proyecto, rodándolo en blanco y negro y con actores no profesionales, le hubiese ido mucho mejor. Como Mundo Grúa, que no es poco.
Hitchcock, decía: “cuando las ideas no acuden, run for cover”.