Junte usted una chica de moda, odas a la cultura neoliberal suavizadas a posteriori con moralina de mercadillo (sin cuestionar nada de lo fundamental, claro), hits de usar y tirar sonando a todo trapo, un guión que no firmaría ni un chimpancé, cuatro supuestas gracietas, varios tópicos sobre las relaciones entre hombres y mujeres, dos gotitas de cuento de hadas. Remuévalo dos veces, no más, et voilá, una película lista para probar si engaña a la gente una vez más y hace taquilla fácil.

Me gustaría haber podido darle un 0, un -1, un -100. Porque esto, esto, es lo que está matando el cine. No las descargas, no el top manta, ni siquiera los elevadísimos precios del cine. Es este cine-basura, estos pastiches hechos sin mimo ni ninguna intención más que sablear al respetable que Hollywood lleva despachando en las últimas décadas lo que está terminando con nuestro querido séptimo arte.