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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Comunidad del Cine:
9
Thriller. Drama La historia se basa en el caso policial del Clan Puccio, que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los 80. Tras la aparente normalidad de la familia Puccio se oculta un siniestro clan dedicado al secuestro y al asesinato. Arquímedes, el patriarca, miembro del Servicio de Inteligencia desde la dictadura, lidera y planifica las operaciones. Alejandro, el hijo mayor, estrella de un club de rugby, se sirve de su popularidad ... [+]
23 de septiembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es momento de ir preparando la picada, comprar las cervezas, conseguir un sillón cómodo y pintarse la cara de celeste y blanco. No estoy hablando de futbol ni, lamento informarle a aquellos fanáticos del deporte, tampoco de rugby. Nos encontramos frente a, nada más y nada menos, una nueva posibilidad de conseguir la estatuilla dorada destinada a la mejor película extranjera en los premios de la academia. Está vez, traída de la mano del señor Pablo Trapero.
Cuando se nombra ese apellido, inmediatamente se relaciona con éxitos comerciales como, por ejemplo, “Carancho” (2010) o “Elefante blanco” (2012). Sin duda, dos filmes que resuenan en la memoria colectiva de los espectadores aficionados.
Es, sin embargo, un director que, habiendo pertenecido al grupo de (en aquel entonces) jóvenes realizadores, conocido como Nuevo Cine Argentino, supo imponer, desde un principio, una impronta bien marcada y característica. Gracias a esto, pudo darse a conocer, paulatinamente, alrededor del mundo y en diferentes espacios, ganándose los aplausos de grandes cineastas.
Hoy nos encontramos ya muy lejos de su opera prima, “Mundo grúa” (1999) y, gracias a un jugoso presupuesto y a un gran trabajo producción, respaldadado por figuras como Pedro Almodovar, Agustín Almodovar o Axel Kuschevatzky podemos apreciar a un Trapero que, manteniendo su estilo y sello, nos trae un filme muy logrado y digno de competir con cualquier monstruo Hollywoodense.
Partiendo de una historia sencilla, basada en sucesos reales, el director narra los acontecimientos que ocurrieron alrededor de la familia Puccio entre 1982 y 1985.
Nos encontramos pues, con una formula clásica que se conforma firme y efectivamente gracias a una conjunción de factores muy cuidados y que van desde lo técnico (como puede ser la iluminación, la puesta de cámara y el trabajo de montaje, especialmente en ciertas escenas memorables) hasta lo actoral.
En este último caso, cabe destacar el trabajo de Guillermo Francella en el papel de Arquímedes Puccio, un personaje audaz que, construido con una sabiduría y desde un lugar muy inteligente (el de la templanza agresiva, el de la actitud pacífica e intimidante) logra atrapar al espectador y mantenerlo atento a cada uno de sus movimientos.
Por otro lado, nos encontramos con el coprotagonista, Peter Lanzani que, si bien ha mejorado sus cualidades interpretativas para su papel, nos entrega a un Alejandro Puccio certero pero que no resalta demasiado, exceptuando ciertos momentos muy específicos del filme.
Lo cierto es que, en conjunto, el reparto posee una química indiscutible, y consigue mostrar, física y emocionalmente, un ambiente familiar fresco y natural, lo cual es algo indispensable para que la historia pueda explayarse creíblemente.
El conjunto de elementos estilísticos que le otorgó la fama a Trapero tampoco se queda atrás en este metraje. La música utilizada para reforzar una acción o para generar un clima muy puntual (típico, quizás, de una película de Scorsese) es una herramienta que encuentra su lugar dentro de la propuesta del director y, pese a que puede llegar a saturar un poco, funciona más que correctamente. Los planos cerrados y como mucho movimiento son otra marca característica que permite condenar a los personajes o someterlos a una situación sumamente mortificante.
No hay que dejar de lado el trabajo de montaje, que es sin dudar, junto con la iluminación, el recurso técnico más picante de la película. Desde un principio, el relato utiliza documentos audiovisuales de aquellos años y, además, se construye variando situaciones y acontecimientos, dotando a la historia de un ritmo y una agilidad que le impedirá a cualquier espectador tomarse, ni siquiera, un minuto de descanso.
Dicho esto, no queda más que ir a ver esta nueva joya de nuestro cine. Una gran promesa para las próximas entregas de premios y festivales en donde se proyecte alrededor el mundo.
Quizás, para ciertas personas, no sea más que otra simple película. Estoy seguro, sin embargo, de que muchos podrán ver otra muestra de lo que puede lograr la suma de un talento, como lo es Pablo Trapero, y la industria nacional. Desde mi lugar, puedo asegurar que, más allá de toda firma o nacionalidad que se le atribuya, es un filme que vino a pisar fuerte en las salas y que, nominada o no, dejará satisfecho a varios públicos, dando mucho para hablar.

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Comunidad del Cine
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