Vale, de acuerdo. X3 no es una película de arte y ensayo. Ni siquiera es tan buena como X2. Pero mola.

Sería absurdo contemplar esta película desde el mismo prisma con el que se contempla un drama francés. De acuerdo, las reacciones de los personajes están poco justificadas, las consecuencias dramáticas del argumento están poco explotadas, la ideología política del guión sólo raspa la superficie. Pero, qué cojones, esta mierda es tremendamente divertida.

X2 tenía (tiene) algo mágico. Algo inexplicable bajo su superficie que la convierte en una película terriblemente efectiva tanto dentro del cine de acción como fuera. Quizás sean sus fantásticos diálogos ("¿cuál es tu nombre real?") o sus carismáticos personajes ("me llamo Rondador Nocturno"… "oh, cállate"). No olvidemos lo obvio: el talento de Bryan Singer no es para tomárselo a broma. En fin, que la segunda parte de esta saga es una de mis películas de acción favoritas y mi favorita del subgénero de superhéroes.

Esta tercera parte ha perdido "el toque Singer", pero se sostiene sobre las bases que ya cimentó él en las anteriores entregas. Si Brett hubiese comenzado la saga, probablemente se hubiera hundido. No domina igual de bien los tiempos cinematográficos, no sabe comedirse de la misma forma, no le da ese aire épico a cualquier cosa que hacen sus personajes. Pero cumple, cumple. Al fin y al cabo, le da a la saga la ¿conclusión? que requería: fuegos artificiales. Muchos fuegos artificales (y sin Júbilo).

Si X2 es "El Imperio Contraataca", X3 es "El retorno del Jedi". La historia queda concluida en medio de humo, fuego, ruinas y caos. Y es que, amigos, Fénix es mucha Fénix.

No merece la pena analizar más esta película. Simplemente vayan al cine, cómprense palomitas y disfruten de una buena película de acción. No saldrán defraudados.