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Voto de Talladal:
6
1 de junio de 2010
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya he referido en otra crítica que en el género de la comedia romántica el instrumental erótico suele repetirse y que resulta, por tanto, difícil innovar. Este es el caso de esta película. Nada bajo el sol en ella que no hayamos visto tantas y tantas veces (el recíproco amor a primera vista, la conquista, el enredo basado en la confusión bienintencionada, el final a base de perdices en escabeche). En tal caso, ¿cuál es el aliciente de la película? Que los actores -unos maduros y, por ello, insuperables Grant y Bergman- y la trama rezuman elegancia. Actualmente, la elegancia como virtud estética es un valor muy demodé en cuanto a su ejercicio, si bien curiosamente sigue siendo muy apreciada cuando se exhibe. En la elegancia se aúnan simplicidad, buen gusto, gracia, y, sobre todo, dos valores muy en descrédito hoy día, nobleza y distinción. Estos últimos se oponen al excesivo igualitarismo que lo impregna todo. Un igualitarismo plebeyizante que torna ordinarias las relaciones humanas. Aunque persisten -como siempre- las élites, ya no se lleva hacer gala de la la pertenencia a éstas. Si los valores aristocráticos en su versión histórica fueron derrumbados por la Revolución Francesa, su sentido profundo como hegemonía de los mejores perdurará siempre, y como muestra esta elegante, aristocrática y elitista película de amor.