Con un Jet Li más bien poco participativo y una Maria Bello que roza lo lamentable, nos llega esta tercera entrega de la Momia que da absolutamente todo lo que promete y lo que daba su antecesora... acción, aventura, humor y diversión por unos cuantos tubos.

Argumento: El crecidito y arqueólogo Alex O'Conell encuentra la tumba de un antiguo y maldito Emperador Chino que desea conseguir la inmortalidad y con ella conquistar el mundo entero. Los padres de este, que llevan una vida demasiado tranquila y recuerdan con melancolía sus épocas aventureras, deciden ayudar a su pupilo en su lucha por salvar el mundo -con la ayuda de la bruja que maldijo al susodicho emperador- (lo sé, lo sé, de original bien poco, pero ¿¿quién busca originalidad en este tipo de films??)

Batallas épicas, paisajes bellos, tiros, leches, saltos y gran cantidad de chistes y efectos digitales molones por doquier es todo lo que nos ofrece el tito Cohen que en este caso se ha portado al nivel de Stephen Sommers... porqué si de algo sabe este señor es de rodar la acción y todo lo que sea CGI (véase Stealth, de argumento paupérrimo y guión vergonzoso pero altamente entretenida). La única queja que tengo para hacerle es el pésimo nivel interpretativo que nos muestra la señora Bello que nos obliga a hechar de menos a nuestra querida Rachel Weisz (¡¡el papel le pegaba 1000 veces más!!) y hace que se pierda por completo la química de la pareja O'Conell.

Cierto es que el nuevo film no aporta ninguna novedad pero todo aquél que haya disfrutado de la segunda parte disfrutará de la tercera. Y para el que me diga que esta última entrega es un truñon le respondo que no sea tan hipócrita, que está sobradamente al mismo nivel que la segunda y que su propósito no es otro que el de entretener y divertir consiguéndolo de creces.

Besos momificados