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Voto de Witch King Of Angmar:
10
6,9
30.706
Drama. Romance. Comedia
Historia de amor y gastronomía ambientada en México a principios del siglo XX. Dos jóvenes locamente enamorados, Tita (Lumi Cavazos) y Pedro (Marco Leonardi), tienen que renunciar a su amor porque Mamá Elena (Regina Torne) decide que Tita, por ser la menor de sus hijas, debe quedarse soltera para cuidarla en su vejez. Entre los olores y sabores de la cocina tradicional mexicana, Tita sufrirá durante muchos años por un amor que perdurará ... [+]
9 de noviembre de 2009
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exquisita obra maestra del cine Mexicano que narra con una belleza increible una historia de amor imposible a causa de la tradición familiar. Una costumbre que ahora la gran mayoría de nosotros veríamos casi como ridícula (como seguramente si aún existimos como humanidad nuestros descendientes verán así algunas de las nuestras). Una puesta en escena bellísima donde se aprecia el modo de vida en el norte de México a principios del siglo pasado, en víspera de los grandes movimientos sociales que acontecerían. Con ese halo de leyenda que rodea la historia, de esas que pudieron haber conocido los padres de nuestros abuelos y con la increíble gastronomía Mexicana, exquisita y gloriosamente aquí representada. Impecable en los aspectos técnicos, con una maravillosa fotografía de Emmanuel Lubezki y preciosa música de Leo Brouwer. No es de extrañar que es una de las novelas mejor adaptadas al cine, pues es la misma Laura Esquivel, autora de la novela quien firma el guión. Y es sin duda alguna, la mejor película del director Mexicano Alfonso Arau. Los actores correctos todos, pero impresionantes Regina Torné y Ada Carrasco, esta última y para mi en uno de los peronajes que mas me ha llegado al corazón. Una obra maestra sin mas, y absolutamente recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Un magnífico e impresionante fragmento de esta historia es el siguiente:
"Mi abuela, Luz del amanecer, una india Kikapoo, decía que todos nacemos con una caja de fósforos en nuestro interior y que no los podemos encender nosotros solos. Necesitamos, como en este experimento, del oxígeno y de la ayuda de una vela. Sólo que en nuestro caso, el oxígeno debe provenir por ejemplo del aliento de la persona amada. La luz de la vela puede ser cualquier cosa, una melodía, una palabra, una caricia, un sonido. Algo que dispare el detonador y encienda una de las cerillas. Cada persona tiene entonces que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, ya que la combustión que se realiza al encenderse uno de ellos, es lo que nutre de energía al alma. Si no hay detonador para los fósforos entonces la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender uno solo de ellos. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo. El alma desea integrarse al lugar donde proviene, dejando al cuerpo inerte. Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda. Se puede estar seguro que sí tiene remedio, claro que también es muy importante encender las cerillas una por una, ya que si por una intensa emoción llegamos a encender todas de un solo golpe, se produce un resplandor tan fuerte que aparece ante nuestros ojos un túnel, esplendoroso, que nos muestra el camino que olvidamos al nacer y que a la vez nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino."
"Mi abuela, Luz del amanecer, una india Kikapoo, decía que todos nacemos con una caja de fósforos en nuestro interior y que no los podemos encender nosotros solos. Necesitamos, como en este experimento, del oxígeno y de la ayuda de una vela. Sólo que en nuestro caso, el oxígeno debe provenir por ejemplo del aliento de la persona amada. La luz de la vela puede ser cualquier cosa, una melodía, una palabra, una caricia, un sonido. Algo que dispare el detonador y encienda una de las cerillas. Cada persona tiene entonces que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, ya que la combustión que se realiza al encenderse uno de ellos, es lo que nutre de energía al alma. Si no hay detonador para los fósforos entonces la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender uno solo de ellos. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo. El alma desea integrarse al lugar donde proviene, dejando al cuerpo inerte. Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda. Se puede estar seguro que sí tiene remedio, claro que también es muy importante encender las cerillas una por una, ya que si por una intensa emoción llegamos a encender todas de un solo golpe, se produce un resplandor tan fuerte que aparece ante nuestros ojos un túnel, esplendoroso, que nos muestra el camino que olvidamos al nacer y que a la vez nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino."