Por su alta puntuación pensaba que sería la competencia de Buster Keaton a la genial "El hombre mosca" de Harold Lloyd, pero nada más lejos de la realidad. Con la de Harold no paras de reírte, con la de Buster Keaton apenas sonríes. Ahora locomotora p'alante, ahora locomotora p'atrás... Ahora tropiezo, ahora me levanto... Me voy por una vía, o me voy por la otra. Es un humor sin gracia, a ratos la película raya el aburrimiento. Los gafapasta la adoran por su virtuosismo técnico; eso puede ser, no diré que no; pero yo, que no soy tan listo ni entiendo tanto de cine como ellos (gracias a Dios), lo que puntúo es la cantidad y calidad del entretenimiento y si me hace pasar un rato bueno (o, rara vez, muy bueno), regular, o malo. Esta gran decepción del Pamplinas pertenece al grupo del "regular".