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España España · Oviedo
Voto de Gould:
6
Acción Nueva York, 11 de febrero de 1946. El gángster Lucky Luciano, principal responsable, en los años 30, de los sangrientos enfrentamientos entre distintas bandas mafiosas, es expulsado de los Estados Unidos. Condenado en principio a 35 años de prisión, la pena quedó reducida a sólo nueve por los servicios prestados al ejército norteamericano. De regreso a Italia, transforma rápidamente Sicilia en el centro mundial del tráfico de heroína. ... [+]
7 de enero de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crimen, mafia y política se imbrican en este biopic del capo siciliano Lucky Luciano protagonizado por un camaleónico Gian Maria Volonté junto a un plantel de actores internacional entre los que destacan Rod Steiger o Edmund O’Brien.

La película es deudora del estilo cinematográfico de los años 70, con su ritmo urgente y algo descuidado, al modo del “cinema verité” junto a un cierto didactismo bastante innecesario que desmerece un poco algunas de las virtudes de este film.Se enmarca dentro del género de cine político de denuncia –la verdadera especialidad de Francesco Rosi- y expone con claridad las relaciones de la mafia con la política italiana, pero también con las autoridades norteamericanas y, en especial, el enjuague de estas últimas que, durante la liberación de Italia en la segunda guerra mundial, permitió colocar a dirigentes mafiosos como nuevas autoridades en los pueblos ya liberados.

La película, dando saltos cronológicos, trata de analizar la figura del mafioso, milagrosamente mimetizado por Volonté que nos ofrece uno de sus convincentes trabajos –es sorprendente su parecido físico con el personaje real-. Sin embargo, a la altura de los años en que la película se estrena, tras la fulgurante aparición de “El padrino” (1972) de Coppola, resultaba difícil competir con historias de mafiosos y, de hecho, muchos aspectos hoy nos parecen envejecidos, desde las escenas, pocas, de violencia, tratadas al ampuloso estilo Peckimpah, como si fuesen escenas de ballet, algunas a cámara lenta, a alguna de las actuaciones algo histriónicas como la de Rod Steiger.

Mucho más valido y permanente es el tono, a ratos irónico del relato, como cuando confronta las bellas palabras de Luciano con la crueldad y violencia de sus actos. En todo caso, aunque desigual, resulta una obra interesante en una carrera cinematográfica nada despreciable.
Gould
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