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España España · Oviedo
Voto de Gould:
3
Drama La Hermosa Rae Smith y el atractivo Walter Saxel se encuentran, se enamoran y comienzan los preparativos para casarse. Lamentablemente, sus proyectos de matrimonio son saboteados cuando un galán celoso hace a Rae suspender la ceremonia. Los dos se encuentran años más tarde en Nueva York, sólo que ahora Walter está casado. Descartando perderlo de nuevo, Rae acepta ser su amante. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2018
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser un poco cruel con este caduco melodrama, remake del mismo título dirigido en 1932 por el especialista John M. Stahl, de argumento feble y anegado por paletadas de sentimentalismo. Si ya la versión de Stahl destila hoy un rancio aroma a naftalina conjurado en parte por las dotes narrativas del director, esta que nos ocupa es sencillamente pedestre.

Ray Smith regenta una tienda en Cincinnati mientras espera al amor de su vida y se divierte con los numerosos viajantes que se acercan a la ciudad y adoran su simpatía. Un día conoce a un hombre, Walter Saxel. Él está comprometido, pero inician un romance y él decide casarse, aunque finalmente no se puede llevar a efecto el matrimonio. Años después se reencontrarán y reiniciarán su relación, aunque él ya esté casado y con un hijo.

Apoteosis del sacrificio femenino en aras de la carrera del hombre –y también, por qué no, crítica al machismo de la época- no se acerca, ni de lejos, al original que, aunque también partía de un argumento estereotipado, contaba con la dirección seca y elíptica de Stahl que aportaba una calidad aquí completamente ausente, en manos del artesano británico Robert Stevenson, hacedor de algún que otro título de interés hasta que vendió su alma a la factoría Disney con la que rodaría sus mayores éxitos.

Irritante y poco creíble, aburrida por previsible, apestada por una indigesta música del desconocido Frank Skinner, la cosa va empeorando según avanza su metraje con brochazos folletinescos cada vez más gruesos y carcajadas del destino siempre desfavorables, hasta convertirse en un producto ligeramente insoportable, poco verosímil y de una languidez y ñoñería agotadoras.

Un marco argumental excesivamente estrecho impide desarrollarse el talento de la pareja protagonista, demasiado constreñida por las obligaciones de una historia “Deus ex machina” demasiado molesta, que acaba por malgastar su indiscutible talento. Margaret Sullavan –actriz fetiche de maestros como Frank Borzage y por la que siento absoluta debilidad- resulta aquí algo sobreactuada y ligeramente cargante frente a la sobrecogedora contención de Irene Dunne en la película de Stahl, mientras que la ambigüedad de Charles Boyer encaja mucho mejor con su personaje que la inane sosería de John Boles. Muy decepcionante.
Gould
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