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Voto de Archilupo:
9
Western. Drama William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2010
72 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) En el burdel de Big Whiskey una de las chicas se echa a reír de lo pequeña que la tiene un cliente. Él raja su cara. El sheriff, Little Bill (Hackman está brutal, apabullante) no le castiga, total una tontería; sólo una multa con que resarcir al dueño del burdel, disgustado porque su mercancía ha quedado estropeada y sacará menos rendimiento.
Las putas se indignan y planean reunir dinero para pagar a un pistolero que haga justicia.
El sheriff intentará que ninguno pueda realizar el encargo. Y cómo se las gasta. Uno de los candidatos es el aparatoso Bob el Inglés, quien viaja acompañado de un biógrafo encargado de mitificar sucesos sórdidos, convertirlos en leyenda con un lenguaje ampuloso.

La película incide especialmente en este proceso de falsificación engrandecedora, pero actuando en dirección contraria. El western clásico, de galanes con mejillas rasuradas y cutis brillante, patillas perfectas y pelo esculpido que atraviesan parajes majestuosos con atuendos planchados, de mujeres encantadoras que mientras limpian la cuadra lucen maquillaje rutilante, se desmonta en una estética de penumbra, fango y aguaceros nocturnos: calles embarradas, alcohólicos violentos, pegotes de tierra en el rostro, caras cosidas con bramante, tiritar al raso helado añorando la cama…

2) El mito del forajido libertario e indómito queda al desnudo en la figura antiheroica de otro pistolero, el legendario Munny (Eastwood saca enorme profundidad de su hieratismo), que vive retirado criando cerdos en una mísera granja y suspende su redención para conseguir unos dólares. Más frío que la nieve, nunca le tiembla un músculo. Eso decían de él pero ahora está lento, se cae del caballo, ha perdido puntería.

3) La revisión del género es melancólica y tenebrista, con bellos y desolados paisajes a lo Mann, e incluyendo violencia como los homenajeados Leone y Siegel, pero mostrándola en su raíz primaria y bestial, sin coreografiarla. Propone un héroe que es también antihéroe, lleno de ambivalencia. Torpe, frágil y vulnerable, pero capaz de encolerizarse y mezclar la justicia elevada del caballero andante con la cólera vengativa del violento asesino, apuntando (como es frecuente en Eastwood) a una ley por encima de los códigos penales; de quién lleva la estrella en el chaleco o quién ocupa el calabozo.

4) Para esos movimientos psicológicos y morales que culminan en el final explosivo, hábilmente retardado, lo que ocurre con el whisky sirve de marcador visible: el pase de la botella o frasco, la forma en que es bebido o evitado, y el momento
Atentos pues al whisky, que en el western clásico simboliza la fiesta vaquera y la alegría vital, y aquí aparece (empezando por el nombre de la población) cuidadosamente cargado de connotaciones siniestras, punto crucial en el desmontaje, como también lo es uno de los escasos valores afirmados, la dignidad femenina.
Archilupo
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