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Sin perdón

Western. Drama William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 378
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2006
335 de 389 usuarios han encontrado esta crítica útil
Épica crepuscular, nostálgica y pesimista a partes iguales. Una película de una pieza, rotunda y firme como la mejor tradición de western clásico o el pulso de un forajido. Hay una cierta idealización, un romanticismo en la construcción del protagonista que, pese al carácter antiheroico y oscuro del mismo, es hasta cierto punto lógico ya que no deja de ser un compendio de personajes eastwoodianos previos (que van desde las películas de Leone hasta las suyas propias, pasando por Don Siegel y Ted Post).

Una reflexión sobre la violencia y la desmitificación —paradójicamente, mitificándolos— de unos héroes que ya Ford había apuntado magistralmente en Liberty Valance. Creo que esta película supera incluso a «Grupo Salvaje».

Clint Eastwood colocó su nombre en la historia del cine, si no lo había hecho antes ya. A los que no les parezca para tanto sólo puedo decirles que lo siento. De verdad.

El pasado irremediable en un tiempo inhóspito, la reflexión sobre el profesional y la técnica del pistolero (elemento hawkasiano capital), el perfil sombrío del mito (revisión que bebe directamente de «Raíces Profundas»), las consecuencias de la violencia (que cambia vidas y las marca, como ganado, para siempre). Unos personajes arrastrados por el tiempo a un lugar donde los pecados y la fatalidad siempre vuelven para cobrarse las deudas del pasado.

Pocas películas son capaces de tratar con tal maestría las claves clásicas de un género y actualizarlas sin necesidad de pervertirlas. El profundo respeto y conocimiento que Eastwood demuestra por el western en esta película, y sobre todo por John Ford y Howard Hawks, años después me siguen dejando sin aliento.
Bloomsday
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13 de mayo de 2006
300 de 359 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western irrepetible de la década de los noventa. Completa la que para mí es la mejor tetralogía de la Historia del género.

Comenzó con un Eastwood mudo y deudor en parte del cine de Leone con la magnífica Infierno de Cobardes, encarnando a un tipo con menos escrúpulos que Lucas en su última trilogía.
Siguió con el que para un servidor es el mejor western de la Historia del Cine: El fuera de la ley. Aquí anticipa, tras un emotivo monólogo ante el jefe diez osos, el giro absoluto de sus siguientes westerns.
Continuó con el jinete pálido en el que un héroe más astuto y reflexivo vuelve a llenar la pantalla con los disparos de siempre.
Terminó con Sin Perdón, obra crepuscular con un Eastwood que recuerda quién fue y porque está donde está.

La guerra de las galaxias del western sin yodas ni anakines y sin repetir los personajes. Primavera, verano, otoño e invierno.

La secuencia de su entrada escopeta en mano entre la penumbra... acojonaría hasta al mismísimo Satanás. No ha habido en la Historia del Western un tío que cada vez que se calaba el sombrero, miraba a cámara y ponía su cara de totem... no hiciese temblar al tipo más duro a este lado del río Missouri. El arquetipo nietzeniano de vaquero sin duda lo encarnaría Clint Eastwood. John Wayne a su lado, y siento decirlo, parece un chiste.

Además Eastwood supo rodearse de uno de los mejores repartos de su carrera. Richard Harris siempre será uno de mis actores favoritos y hay que reconocer que lo borda como el inglés cabrón que es; Hackman se vuelve más ácido y cabroncete a medida que avanza el metraje, metiéndole a Clint la paliza de su vida (hay que tener huevos), por tanto Oscar merecidísimo. Freeman es el trébol de cuatro hojas de Eastwood. En cada colaboración Morgan se arranca una hoja y la convierte en un Oscar; el único que pierde algo de aceite es nuestro imberbe sanguinario, pero a pesar de ello el reparto es sensacional, incluyendo, claro está, a las señoras prostitutas.

La secuencia principal de la película se produce en el pequeño cañón donde acorralan a los vaqueros. Los gritos, las dudas y la mala puntería, más la renuncia de Freeman, definen perfectamente el espíritu del film. La última escena del tiroteo es generosa en cuanto a la estética: Eastwood siempre ha sido el cineasta americano que mejor ha sabido enseñar a los gentiles la manera más realista de disparar unos balazos a la mayor velocidad que permite la razón.

Después de Sin perdón tan sólo Jarmusch con la singular Dead Man y Costner con Open Range, han brindado a la grada obras dignas de aplauso. Y es que el listón está muy alto.
Parafraseando a Hegel... "me gustan los huevos crudos... naturalmente."

PD. Sin Constantino Romero, quizá Clint no molaría tanto. Gracias Const.
Txarly
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18 de octubre de 2008
165 de 198 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustó la primera vez, pero las gentes de buen juicio (gracias, Guille) me animaron a repetir y, sí, la cinta es algo más que un western del montón. Es, ante todo, un precipicio de moral resbaladiza.

William Munny quisiera haber cambiado. Quisiera verse libre de sí mismo y, para ello, se aísla en una granja muy modesta situada en medio de ninguna parte. Sin nadie a mano a quien matar.

El ángel de la muerte está oxidado (es excesiva la manera en que se subraya su decrepitud: caídas del caballo, escasa puntería, torpeza exagerada en el manejo de los cerdos), pero basta dar con el fusible adecuado para que la máquina se ponga de nuevo a funcionar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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11 de octubre de 2007
147 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mejor Western que he visto, por mucha diferencia. Me parece impresionante la narración que se hace al principio y del final, para mi gloriosa, de las que dejan huella.

Clint hace que el tío más asqueroso del mundo consiga caerte como Dios, con un guión extraordinario, todo calculado, todo en su sitio, estupendo.

De esta película lo que más me gusta es la forma de desmitificar el viejo Oeste, el relato que hace Gene Hackman al periodista en el que se habla de pistolas que explotan en la mano, mala puntería etc. tira por los suelos a todas las pelis del género hechas hasta ahora. Disparar a un tío era muy difícil, darle aún más, y con las armas que tenían casi imposible. Incluso cuando lo tenían fácil, y con buenas armas con el blanco en movimiento y la frialdad que hay que tener para matar, que solo la tenían unos pocos, solían fallar estrepitosamente.

El personaje de Hackman me parece increíble, el durísimo Sheriff que solo tiene como obsesión terminar su casa, le da igual que la casa sea un desastre de construcción, pero es el sueño de su vida ¿Os suena compañeros? ¡Dichosas hipotecas! Hasta el final de la película esta es su única obsesión, más que su vida, como demuestra hasta el último minuto. Fantástico el actor.

El trozo de Harris es la repanocha, y vuelve a desmitificarlo todo, lo chulo, sobrado y matón que parece, lo bocazas, y luego sin armas no deja de ser un pobre desgraciado, mágica interpretación, una delicia.

El aprendiz de pistolero cegato también es un personaje fascinante, una cosa es lo que te cuentan, lo fácil que es matar según muchos y otra cosa muy distinta es acabar con una vida humana, para eso hay que tener una casta especial que el chaval evidentemente no tiene.

Y por fin Clint, un pobre hombre, un desecho, que por amor dejó la bebida, la cual le hacía un terrible pistolero, el alcohol le daba ese plus de frialdad y auténtica maldad que le hacía ser un salvaje peligroso. Su mujer había conseguido que abandonara esa vida, y a la muerte de ella, el amor por su recuerdo y el cuidado de sus hijos le habían retirado por completo de su anterior existencia. No obstante la desesperación por su situación económica le hace aceptar un trabajo que consiste en asesinar a dos vaqueros que han maltratado a una puta.

Sigue en spoiler, no cuento nada
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antipseudo
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8 de octubre de 2009
102 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo, más concretamente en el año 1992, Clint Eastwood hizo la que probablemente será considerada con el tiempo no sé si su mayor obra, pero sí su obra más sincera y más autobiográfica.

William Munny ya no es un fuera de la ley, no es un cobarde infernal, no es el sargento de hierro, ni un jinete pálido ni un aventurero de medianoche. William Munny es, exactamente, lo que era Clint Eastwood a principios de los noventa: una vieja gloria del western que todavía buscaba un lugar propio en unos tiempos en los que el western se consideraba muerto. Más adelante, se demostraría que todavía le quedaba al antiguo pistolero muchos cadáveres que colgar de las puertas de la Academia.

Pero este fue el pistoletazo de salida.

El súbito levantamiento de una tapa de ataúd.

Clint Eastwood venía a decir que el western podía estar muerto, pero él no. Y lo hacía desde su terreno, con todas las mañas, más un plus de sensibilidad y una misteriosa rabia de supervivencia. Como diciendo "todos han desaparecido, pero aquí estoy yo. No permitiré que se me olvide."

Con el crepúsculo cinematográfico de "Sin Perdón" Clint Eastwood cortaba directamente con las últimas garras que lo atraían hacia el pasado. Su cine inició una vuelta sin retorno.

A la vez que el mundo proclamaba a los cuatro vientos que el western había regresado, Eastwood se estaba despidiendo del género sin que nadie se diese cuenta.

"Ahora, sí".
Neathara
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