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Voto de Jackie Daytona:
6
9 de diciembre de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diversos individuos coinciden para cenar en un restaurante elitista. El chef les ha preparado algo muy especial.
La afición a la gastronomía ha hecho mucho daño; la moda ha favorecido la aparición de una infinidad de productos en los últimos tiempos, desde películas hasta esos infames programas de la tele que gustan de humillar a los participantes. Por eso se agradece un film que se ría de la estafa culinaria, burlándose de todos los tópicos, las moderneces, los cocineros embriagados de poder, los insufribles aficionados, los críticos narcisistas y egocéntricos, los pretendidos expertos en la materia, los que tienen pasta y les da igual lo que les sirvan, los que invierten un dineral por comer en un sitio fino y se obligan a disfrutar de cualquier ridiculez insípida que les pongan en el plato.
Ralph Fiennes encarna a un chef prestigioso como si se tratara de un nuevo profeta, el líder de una secta peligrosa, un dictador enloquecido, un dios adorado por una legión de fieles. Nicholas Hoult es un fanático de su trabajo, John Leguizamo una estrella de Hollywood en horas bajas, y la talentosa Anya Taylor-Joy (que ahora está hasta en la sopa) una invitada inesperada al banquete.
El resultado es un thriller extremo, una comedia negra disparatada, una sátira ingeniosa, esporádicamente divertida. Bien emplatada, con ingredientes naturales, pero algo vacía de sustancia. La emulsión de boñiga gelatinosa, con esencia de ponzoña verde en su jugo, ribeteada de virutas de ácido, espolvoreada de sangre de toro, endulzada con mala baba, gelificada, pasteurizada y pauperizada, me supo a poco. Me quedé con hambre.
La afición a la gastronomía ha hecho mucho daño; la moda ha favorecido la aparición de una infinidad de productos en los últimos tiempos, desde películas hasta esos infames programas de la tele que gustan de humillar a los participantes. Por eso se agradece un film que se ría de la estafa culinaria, burlándose de todos los tópicos, las moderneces, los cocineros embriagados de poder, los insufribles aficionados, los críticos narcisistas y egocéntricos, los pretendidos expertos en la materia, los que tienen pasta y les da igual lo que les sirvan, los que invierten un dineral por comer en un sitio fino y se obligan a disfrutar de cualquier ridiculez insípida que les pongan en el plato.
Ralph Fiennes encarna a un chef prestigioso como si se tratara de un nuevo profeta, el líder de una secta peligrosa, un dictador enloquecido, un dios adorado por una legión de fieles. Nicholas Hoult es un fanático de su trabajo, John Leguizamo una estrella de Hollywood en horas bajas, y la talentosa Anya Taylor-Joy (que ahora está hasta en la sopa) una invitada inesperada al banquete.
El resultado es un thriller extremo, una comedia negra disparatada, una sátira ingeniosa, esporádicamente divertida. Bien emplatada, con ingredientes naturales, pero algo vacía de sustancia. La emulsión de boñiga gelatinosa, con esencia de ponzoña verde en su jugo, ribeteada de virutas de ácido, espolvoreada de sangre de toro, endulzada con mala baba, gelificada, pasteurizada y pauperizada, me supo a poco. Me quedé con hambre.