El dueño de una pequeña cadena de televisión capta una emisión pirata donde se visualizan torturas, asesinatos y violaciones. No hay trama ni personajes. Poco a poco comenzará a sufrir una serie de alucinaciones...

Que Cronenberg es un experto generador de mal rollo y atmósferas malsanas es algo que ha quedado demostrado en obras como "La mosca" o "Inseparables". Pero que aquí, tras una premisa que engancha, la intriga se diluye en el desenlace resulta un hecho probado. Los últimos 20 minutos constituyen una orgía pesadillesca alejada de cualquier coherencia donde ocurre de todo sin que nada importe. Entretiene, sí, pero no es lo que la película había prometido.

El director plantea una duda que aún sigue coleando -¿cómo nos afecta lo que vemos?; si un individuo con inclinaciones violentas observa asesinatos por la tele, ¿eso le induce a poner en práctica sus fantasías, o le sirve para desfogarse?-. Por otro lado, los ciudadanos nos encontramos tan sobreestimulados por lo que vemos y oímos durante el día que ya nada nos impresiona. Es lo que le ocurre al protagonista, un inspirado James Woods, acostumbrado a cualquier tipo de material sórdido, incapaz de inmutarse.

Estamos infectados por la televisión, por el aluvión de imágenes con que nos avasallan. Llegará el momento en que las alucinaciones se hayan convertido en la realidad, y la realidad no será más que un sueño. Para entonces habremos sido absorbidos por "Videodrome":