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Voto de La mirada de Ulises:
6
Thriller. Drama En Brooklyn, un solitario camarero rescata a un cachorro de un cubo de basura. Sus problemas empiezan cuando aparece el dueño del animal, un hombre con problemas mentales que, además, está involucrado en una conspiración criminal que se planea en el bar en el que trabaja el camarero. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El belga Michaël R. Roskam nos introduce con "La entrega (The drop)" en los ambientes más turbios de Brooklyn, en concreto en los bares donde la mafia blanquea el dinero obtenido con apuestas ilegales. En uno de esos tugurios, trabaja Bob como barman junto a su primo Marv, y aparentemente parecen llevar una vida pacífica y tranquila. Pero un día sufren un atraco a mano armada y otro Bob encuentra a un cachorro maltratado que le conduce hasta Nadia. Entonces, el pasado vuelve sobre ellos como una pesada losa y el futuro se presenta como incierto y peligroso. Con todos los ingredientes del thriller que mira al crimen organizado y a los individuos más despojados de la sociedad, asistimos a una cuidadosa creación de atmósferas donde una agobiante puesta en escena, unas localizaciones cerradas y una tenebrosa fotografía capturan el ambiente desasosegante de unos rincones de los que es mejor huir mientras se pueda.

Un perro herido y abandonado en un basurero, un joven que frecuenta la iglesia pero nunca comulga, un hombre ahogado por las deudas y con un padre que necesita de él, una chica solitaria y con heridas de guerra, un policía inoportuno y perspicaz, o un par de matones de poca monta y menos luces. Ese es el cuadro social de una historia deprimente por la corrupción y violencia que refleja, pero sobre todo por la tristeza y soledad de unos personajes que no consiguen escapar de un pasado fatal que parece negarles la posibilidad de redención. El espectador se pregunta qué habrá tras de esas sombras de la noche y del misma alma de los personajes, cuál es el tormento de ese hombre sencillo y bueno que solo es el camarero de un bar, qué imagen esconde ese perro callejero e indefenso que vale 10.000 dólares, qué pasó con aquel desaparecido por el que brindan en el bar al comienzo de la película. Son misterios sin resolver que impiden a esos hombres solitarios salir del cenagal en que se mueven.

En la película se respetan con esmero los códigos del género y también se dosifica la información del pasado de los personajes sin desvelar más de lo debido. Pero es la interpretación de Tom Hardy la que obra el milagro de mantener el suspense y el misterio hasta el final. Sus reacciones propias de un hombre sencillo y bueno, su aspecto de pasmado incapaz de levantar la mano a nadie, su delicadeza y mansedumbre para recoger a un perro o tratar a una joven desdichada... todo contribuye a crear la imagen de alguien que con mucha vida interior, y eso se agiganta aún más en un desenlace resuelto con asombrosa naturalidad. Hardy sostiene toda la trama y da sentido a ese submundo de perdedores solitarios, donde un corazón intenta mantener viva la llama de la humanidad, y donde una conciencia trata de regenerarse para no ser uno de los nuestros.

La película no está exenta de cierta profundidad antropológica y gustará a los amantes del género. Más que sobre el crimen organizado, lo que al guión de Dennis Lehane le interesa son los personajes y su oscura conciencia, sus amarguras y sus deseos de aire limpio. La pesadez de la cinta va acorde con el clima de los bajos fondos de Brooklyn, y nunca pierde el tono sombrío y negro que la historia exige.
La mirada de Ulises
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