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Voto de La mirada de Ulises:
7
Intriga. Thriller El día de su quinto aniversario de boda, Nick Dunne (Ben Affleck) informa que su esposa Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido misteriosamente. Pero pronto la presión policial y mediática hace que el retrato de felicidad doméstica que ofrece Nick empiece a tambalearse. Además, su extraña conducta lo convierte en sospechoso, y todo el mundo comienza a preguntase si Nick mató a su esposa... Adaptación del best-seller "Perdida", de Gillian Flynn. (FILMAFFINITY) [+]
23 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nick y Amy forman un matrimonio que nació perfecto pero que ahora atraviesa malos momentos. Un día ella desaparece y su marido se convierte en el principal sospechoso de asesinato. Un gran dispositivo mediático y policial trata se seguir el juego de la pareja en busca de un tesoro (el amor perdido) que se ha convertido en una pesadilla (un cadáver no encontrado). Las pistas son equívocas porque los jugadores son artistas consumados en la simulación y la mentira, y la infidelidad y la venganza causan estragos en este matrimonio frágil levantado sobre una supuesta perfección. David Fincher hace que "Perdida" sea un thriller construido a partir de la vida de un hombre y una mujer que vivían de las apariencias y que rivalizaban en espíritu de falsedad. En su huida hacia adelante no importa la verdad sino salir airoso de un trance enrevesado por el egoísmo y el rencor.

El pasado y las desavenencias de la pareja nos es mostrado poco a poco, a la par que avanza la investigación de lo sucedido, y en ocasiones asistimos al proceso de deconstrucción de un matrimonio viendo la realidad con los ojos de él y otras veces con los de ella, y entonces el espectador ha de tomar partido. Es una lucha por la supervivencia, bajo la mirada morbosa de una audiencia despiadada y manipulada pero a la que se echa carnaza porque hay quien vive de los admiradores... incluso de la propia miseria. La víctima pasa a ser vista como criminal desalmado, y éste como mártir en un mundo donde no hay certezas y donde la imagen es lo importante. De esta manera, una Amy perfecta que desde su niñez vendió su vida en los libros supera a aquella Eva que Mankiewicz inmortalizó, y un Nick que no sabe a qué carta jugar cree haber ganado la partida a una mujer que siempre guarda otra bajo la manga.

Una guerra de sexos o un juego dañino en el que se busca ser centro de atenciones, que hace que ambos estén perdidos y muertos en vida, que sean víctimas de su propia manipulación y engaño, que vivan su propio infierno en la convivencia de cada día... entre imposturas y puñaladas. Tanto Ben Affleck como Rosamund Pike realizan buenos trabajos, el primero con una permanente cara de perplejidad y de ir a remolque de las pistas que su mujer le deja, y la segunda con la mirada torva y falsa de quien maquina y va siempre un paso por delante. También el papel de Carrie Coon como melliza de Nick tiene su importancia al presentarse como la conciencia de su hermano, aquella con la que realmente se puede sincerar y con quien ha estado toda su vida: es una voz a la que Fincher dota de contundencia y verdad, a la que amordaza y lleva incluso a la cárcel... porque la sociedad recela de cualquier postura moral.

El espectador asiste a las dos horas y medias que dura la película pendiente de los derroteros de la investigación, de los recursos y argucias de la pareja protagonista en el caso investigado, atento a cada movimiento que dan... porque la narración avanza con ritmo ágil y la puesta en escena tiene toda la potencia de una atmósfera turbia. En cierta medida, quien está sentado en la butaca es un adicto más a esa tele-realidad que muestra la película, dispuesto a dejarse manipular y a cambiar de opinión sobre lo que ve las veces que sea necesario. Estamos ante una visión sórdida y ácida de la realidad y del matrimonio -con algún momento desagradable-, donde no tiene cabida la sinceridad y donde la vida queda reducida a un juego pérfido en que el tesoro consiste en seguir siendo el centro del universo, aunque sea en un escaparate.
La mirada de Ulises
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