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Drama
Esposa, madre y maestra jardinera de Devoto, con 30 años, Myriam Alejandra Bianchi decide cambiar el rumbo de su vida para siempre. Con su dulce voz, "Gilda" marcó la música tropical y se convirtió en un suceso de popularidad. Cuatro años más tarde, murió trágicamente en una ruta camino a la provincia de Entre Ríos. Su música influenció a artistas de todos los estilos y diferentes generaciones y su figura trascendió fronteras. (FILMAFFINITY) [+]
7 de noviembre de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película comienza con un cajón dentro de un coche fúnebre. La cámara está sobre el cajón, se ve la madera brillante, los arreglos florales, la lluvia en el exterior. La puerta del baúl se abre, el féretro sale y recibe las gotas de lluvia y las manos de unas 15 personas que simulan muchedumbre, envueltas en llanto, con caras desfiguradas por los gritos, con desesperación por tocar el cajón, por besarlo, por darle flores, por agarrarlo y llevarlo hasta su nicho. Finalmente un aplauso envolvente concluye la escena, que funde a negro y coloca la firma: "GILDA".
Una vez visto este inicio, me costó comprender las críticas que hablan de que el film evita los golpes bajos, críticas que dicen que esta película elude la apelación directa a la emoción del ser humano... ¿Qué clase de película sobre un ídolo comienza con un féretro?
De ese silencio regado en lluvia y llanto, se pasa a otro silencio, el de una Natalia Oreiro "vestida sencilla", en su casa de Devoto. Su actuación como Gilda es descomunal. Su parecido con la original es ínfimo, reducido únicamente a su delgadez. Parece un dato menor, pero en una película tan preocupada por subrayar las clases sociales a través de un casting de extras cuidadosamente seleccionado, donde el público en ninguna ocasión tiene un tono de piel caucásico, que la ídola popular de pronto tenga ojos verdes y piel blanca como niña francesa hace ruido, genera una inconsistencia en el propio relato. En fin, que el silencio en el que se sume Gilda es profundo, es eterno, la muestra entre dubitativa, temerosa y poco convencida. Y nunca se termina de entender cómo esta chica "nada" se transforma en la artista popular número 1 de la movida tropical.
Todo es tan maniqueo y elemental que ni siquiera se entiende cuál es el trabajo de Gilda antes de ser cantante. ¿Es un jardín de infantes en la casa de su propia madre, o simplemente cuidan algunos chicos y ya? No parece estar explicado, así como no se explica bien por qué es que su madre y su marido son tan "malos malos" y ella es tan "buena buena".
Una cosa es hacer una película de estructura sencilla y a modo de homenaje a alguien, y otra muy distinta es construir unos personajes basados en la realidad sin ningún tipo de matiz, subestimando al espectador, quien ingenuamente quiere saber algo más de su tótem moderno y sólo se encuentra con el detalle de que antes de ser cantante era maestra jardinera, de que en su casa a su marido no le gustó que cantase y de que todo empezó en un casting...
Después, sólo queda verla bailar y cantar en los escenarios, una carrera de ascenso como cualquier otra, donde una vez más, no queda claro cuál es el motivo por el que logra su ascenso (¿Qué es lo que le gusta a la gente de ella? ¿Cómo hace para superar todas las barreras que le plantean en la movida tropical, desde ser flaquita hasta tener de enemigo al "más malo" rey de la cumbia, que maneja todos los boliches? Nada se explica...).
Después le llega la muerte, envuelta en música que subraya que ella lo había anunciado en la última canción que cantó, y del mito que la hizo pervivir en el imaginario popular ni una palabra.
Al final era sólo una película básica, para homenajearla a ella, recordar sus canciones, verla ficticiamente actuar una vez más en los escenarios, y disfrutar de una excelente performance de Natalia Oreiro. Ni más ni menos que eso.
Una vez visto este inicio, me costó comprender las críticas que hablan de que el film evita los golpes bajos, críticas que dicen que esta película elude la apelación directa a la emoción del ser humano... ¿Qué clase de película sobre un ídolo comienza con un féretro?
De ese silencio regado en lluvia y llanto, se pasa a otro silencio, el de una Natalia Oreiro "vestida sencilla", en su casa de Devoto. Su actuación como Gilda es descomunal. Su parecido con la original es ínfimo, reducido únicamente a su delgadez. Parece un dato menor, pero en una película tan preocupada por subrayar las clases sociales a través de un casting de extras cuidadosamente seleccionado, donde el público en ninguna ocasión tiene un tono de piel caucásico, que la ídola popular de pronto tenga ojos verdes y piel blanca como niña francesa hace ruido, genera una inconsistencia en el propio relato. En fin, que el silencio en el que se sume Gilda es profundo, es eterno, la muestra entre dubitativa, temerosa y poco convencida. Y nunca se termina de entender cómo esta chica "nada" se transforma en la artista popular número 1 de la movida tropical.
Todo es tan maniqueo y elemental que ni siquiera se entiende cuál es el trabajo de Gilda antes de ser cantante. ¿Es un jardín de infantes en la casa de su propia madre, o simplemente cuidan algunos chicos y ya? No parece estar explicado, así como no se explica bien por qué es que su madre y su marido son tan "malos malos" y ella es tan "buena buena".
Una cosa es hacer una película de estructura sencilla y a modo de homenaje a alguien, y otra muy distinta es construir unos personajes basados en la realidad sin ningún tipo de matiz, subestimando al espectador, quien ingenuamente quiere saber algo más de su tótem moderno y sólo se encuentra con el detalle de que antes de ser cantante era maestra jardinera, de que en su casa a su marido no le gustó que cantase y de que todo empezó en un casting...
Después, sólo queda verla bailar y cantar en los escenarios, una carrera de ascenso como cualquier otra, donde una vez más, no queda claro cuál es el motivo por el que logra su ascenso (¿Qué es lo que le gusta a la gente de ella? ¿Cómo hace para superar todas las barreras que le plantean en la movida tropical, desde ser flaquita hasta tener de enemigo al "más malo" rey de la cumbia, que maneja todos los boliches? Nada se explica...).
Después le llega la muerte, envuelta en música que subraya que ella lo había anunciado en la última canción que cantó, y del mito que la hizo pervivir en el imaginario popular ni una palabra.
Al final era sólo una película básica, para homenajearla a ella, recordar sus canciones, verla ficticiamente actuar una vez más en los escenarios, y disfrutar de una excelente performance de Natalia Oreiro. Ni más ni menos que eso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Me guardo algo que no es precisamente un "spoiler", pero sí un excursus sobre Gilda como personaje y sobre la recepción de la película: a la salida del cine, en un coqueto complejo multicines de Belgrano, mientras despotricaba no tanto contra el film sino contra la temerosa crítica especializada que la elogió sin concesiones, veía una chica muy parecida a las personas que actuaban de extra en el público de los recitales llorar desconsolada y abrazarse a la que parecía ser su mamá o su tía, y me quedó una sensación latente, que finalmente creo haber podido interpretar: Gilda no es "Los Pibes Chorros", no es "Damas Gratis" ni "Los Gedes". No representa siquiera el espíritu de "Viejas Locas" o de alguna otra banda del llamado "rock chabón", el metal u otros géneros musicales que suelen disfrutar las "clases populares", o -sin tantos pruritos-, las clases bajas. Gilda es esa clase baja no combativa, clase baja resignada, los que horriblemente se llaman a sí mismos "pobres pero honrados", como si pudiese existir algún tipo de contradicción entre tales términos. El público de Gilda no quiere subvertir el sistema que los tiene como oprimidos, sino que anhela poder pertenecer a ese sistema, aunque sea a la porción ínfima del sistema que éste les tiene reservado para ellas. En este sentido, la película funciona de igual manera, hablándole por primera vez a este público relegado, convocándolo al cine por vez primera a ver una película en el que se verá reflejado (no hace falta aclarar que el 95% del cine "popular" tiene como protagonistas a personas de clase media/media-alta, y que las veces que se retrata gente de clases bajas, se suele filmar el extremo de la pobreza, usualmente estigmatizada o mirada con compasión).
Creo que se trata de una decisión arriesgada pero efectiva, y digna de aplauso. Lo triste tal vez resulta que, recostados en su comodidad de saber que se enfrenta, por un lado, a un público poco exigente, y por el otro, a un público que quiere mostrarse condescendiente con las clases populares y que gusta de decir "a mí me gustó la película, y eso que no escucho la música de Gilda excepto en casamientos", construyen un relato elemental, que no es más que música y baile, personajes esquemáticos, glorificación absoluta de la figura retratada y una sucesión de golpes bajos marcada al inicio por el cajón fúnebre y al final con la canción cantada a capella que anuncia su despedida.
Creo que se trata de una decisión arriesgada pero efectiva, y digna de aplauso. Lo triste tal vez resulta que, recostados en su comodidad de saber que se enfrenta, por un lado, a un público poco exigente, y por el otro, a un público que quiere mostrarse condescendiente con las clases populares y que gusta de decir "a mí me gustó la película, y eso que no escucho la música de Gilda excepto en casamientos", construyen un relato elemental, que no es más que música y baile, personajes esquemáticos, glorificación absoluta de la figura retratada y una sucesión de golpes bajos marcada al inicio por el cajón fúnebre y al final con la canción cantada a capella que anuncia su despedida.