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Voto de Néstor Juez:
7
Drama Taeko vive felizmente junto a su marido Jiro y su hijo Keita, pero un inesperado accidente cambia radicalmente sus vidas. Tras el repentino regreso de Park, el padre biológico de Keita, Taeko empezará a plantearse un nuevo objetivo vital, aunque para ello deba romper con todo lo que había construido hasta entonces.
21 de mayo de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasan las décadas, cambian los nombres y las formas fílmicas mutan, pero la sensibilidad que el cine nipón exhibe para retratar las relaciones humanas se mantiene intacta. Una tradición cinematográfica que siempre pone el relato en el foco de sus prioridades pero reflexionando tantas veces sobre la manera de filmarlo. Un ejemplo preciso de esta destreza desinteresada de exhibicionismos se encuentra en el presente título, nuevo trabajo de un talentoso realizador que aun espera el prestigio que merece. Se presentó en la Sección Oficial del pasado Festival de Venecia, donde no recibió reconocimiento en el palmarés, y nos llega a salas 9 meses después sin haber tenido presencia en certámenes posteriores. Un placer poder ver en primicia Love life de un Kôji Fukada que ya nos apabulló en Harmonium y nos convenció sobremanera en The real thing. Un trágico drama familiar que recomiendo con entusiasmo, pues nos hallamos con la película de mas soberbia en su guion de los últimos meses. Un silencioso y humanista relato de sanación que construye gradualmente hacia el pasado desde el presente, dejando abierta una puerta de felicidad para el futuro. Una vía de acceso a un torrente de emociones sin alzar la voz ni recurrir a estrategias de precipitación afectada.

El perdón y la segunda oportunidad como terapia. La construcción del entendimiento y la convivencia solidaria desde el rencor. Enunciación fílmica de relaciones heterodoxas con empatía y desde una mirada higiénica. Un excelso trabajo de transmisión precisa y regulada de exposición narrativa a través de las acciones. Una historia de reducidos personajes y espacios, que muestra su cotidianidad y tormentos con naturalidad cotidiana. El viaje discurre por etapas muy diferenciadas, pero desde sus primeras secuencias se siembran múltiples pistas y señales que harán el nudo y el desenlace mucho mas catárticos. El lenguaje de signos o un esteta juego de fichas dan cuerpo e interés al largometraje, pero este es lo suficientemente plural en matices de construcción para que sean rasgos orgánicos de la diégesis en lugar de focos de interés que habrían monopolizado tantas otras películas. Personajes entrañables, costumbrismo en las vidas de personas de a pie y contundencia en un guion que desvela paso a paso información relevante que engrosa el conflicto. Y la puesta en escena también acompaña: Fukada da importancia a los espacios de la acción desde encuadres con múltiples focos de atención que dan relevancia narrativa a elementos del mobiliario, combinando pausas cuando el tempo dramático lo precise con variados movimientos de cámara, bien recurriendo a pausadas panorámicas de izquierda a derecha, combinaciones de desplazamientos en el eje de cámara con movimientos mecánicos o incluso frenéticas tomas flotantes de seguimiento a personajes que andan por la calle. Todo ello combinado con sincronía matemática con el posicionamiento y coreografía interna de los personajes.

La concepción de emotividad del equipo creativo de Love life, en consonancia con la sensibilidad asiática, es contenida y puntualmente hierática, lo cual puede ser interpretado por muchos espectadores como fría o complicada para conectar. Y como punto de ignición del desarrollo dramático, el filme se apoya en un accidente presentada desde un innegable efectismo trágico. El progreso argumental es fluido y tonalmente compacto, pero las soluciones pasado su ecuador son levemente previsibles. Y si bien es determinante puntuando la belleza poética de su atmósfera contemplativa, la banda sonora recalca la intencionalidad de ciertas escenas desde una posición meliflua. No nos hallamos ante una gran película, obra revolucionaria o revelación plástica, pero sí ante una de las películas mas maduras y con mas gusto en su puesta en escena de los últimos meses, y que ofrece un visionado rico en impresiones.

Meticulosa, tierna y esperanzadora, Love life despliega con cuidado un drama de cámara de intensas relaciones interpersonales que impacta en su narración y envuelve desde su planificación.
Néstor Juez
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