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Voto de Néstor Juez:
5
2016
5,2
20.679
Animación. Comedia
En un supermercado, los alimentos que viven allí adoran a los compradores humanos considerándolos como dioses que los llevan al "Gran Más Allá" cuando se compran. Entre los productos comestibles del supermercado está una salchicha llamada Frank, que sueña con vivir con su novia, un bollo para perritos calientes, Brenda, en el "Gran Más Allá", donde finalmente puedan consumar su relación. Los paquetes de Frank y Brenda son elegidos pero ... [+]
13 de octubre de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dupla que forman el actor Seth Rogen y el guionista Evan Goldberg han conseguido en la última década cierto éxito comercial y prestigio crítico colaborando en comedias satíricas de colegas/colgados tales comoThe interview o This is the end. En esta ocasión, se pasan a la animación con la colaboración de los realizadores de animación Conrad Vernon y Greg Tiernan para parodiar, en clave de irreverente cine para mayores de 18, todos los clásicos infantiles de Disney o las actuales obras de Pixar. Y es un objetivo que a grandes rasgos consigue. La película es una gamberrada que satiriza temas de actualidad con acierto y divierte incorrección política mediante, pero su desarrollo narrativo y la simpleza de su calado hacen que las risas que provocan no sean tan elevadas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En un supermercado americano viven unos alimentos y artículos de consumo con vida propia que esperan con anhelo que los dioses (los humanos) les sustraigan de su rutina de empaquetamiento y los lleven al más allá, dónde les espera la felicidad y el eterno descanso. Entre ellos se encuentran dos alimentos destinados a enamorarse y copular: la salchicha Frank y la bocadillo de perrito caliente Brenda. Pero al ser rezagados y quedar libres por el supermercado, emprenderán una aventura que les llevará a descubrir que tras ese falaz mito narrado generación tras generación se esconde una terrible y sanguinaria verdad. Una premisa divertida que ya quedaba a relucir en el trailer y en los afiches promocionales. El filme, competentemente animado pero sin el brillo de un Ghibli, Pixar, Laika o una película de Moore, mete el dedo de la parodia corrosiva en muchas llagas; los conflictos raciales, los conflictos políticos, las connotaciones sexuales, la crítica capitalista, la religión… Y he ahí uno de sus grandes aciertos, pues auspiciado por la incorrección política del envoltorio de comedia de lenguaje soez se atreve a ser incorrecto al abordar estos temas. Y predispuesto adecuadamente ante las formas chabacanas de este tipo de cine, es fácil reírse con algunos de sus gags y de sus juegos de palabras. Es fácil sentir interés por el destino de unos personajes tontorrones pero entrañables, muy bien doblados (verla traducida es en este caso un despropósito). Pero la película nada más ofrece que no encontrásemos en el trailer, en un sketch de misma premisa, o aquello que podíamos presumir de ella.
El humor es tan reiterativo a nivel temático y tan tontorrón que gran parte del mismo carece de gracia. Y abusar del lenguaje vulgar porque sí, y como medio humorístico en sí mismo, no es gracioso. Ciertos elementos paródicos se quedan en la superficie (las melodías de musical de Menken parodiando a Menken, o referencias a judíos o musulmanes). Al hacer uso de los elementos narrativos de las películas que parodia se ve perjudicado, introduciendo un deleznable e innecesario villano (una ducha vaginal devoradora de seres contenedores de fluidos), una insulsa y prototípica historia de amor de ida y vuelta, un viaje del héroe por parajes inhóspitos demasiado alargados y dos excesivos clímax: una batalla campal en el supermercado con la enésima unión inverosímil de masas dispersos moralización mediante, y una excesiva orgía que sí tiene relativa razón de ser. Es cuando el filme abandona el supermercado y se decanta por el gore y la masacre de alimentos cuando alcanza sus mayores puntales. Pero estos son escasos, y la acción sólo se desata en un clímax, como bien mencioné previamente, excesivo en envergadura, duración y desarrollo.
Desenfadada y vulgar, La fiesta de las salchichas es sincera consigo misma, y da lo que se puede esperar de ella. Salvando las preferencias subjetivas hacia este tipo de cine, cumple expediente. Pero el resultado final no excede o mejora la premisa de partida.
El humor es tan reiterativo a nivel temático y tan tontorrón que gran parte del mismo carece de gracia. Y abusar del lenguaje vulgar porque sí, y como medio humorístico en sí mismo, no es gracioso. Ciertos elementos paródicos se quedan en la superficie (las melodías de musical de Menken parodiando a Menken, o referencias a judíos o musulmanes). Al hacer uso de los elementos narrativos de las películas que parodia se ve perjudicado, introduciendo un deleznable e innecesario villano (una ducha vaginal devoradora de seres contenedores de fluidos), una insulsa y prototípica historia de amor de ida y vuelta, un viaje del héroe por parajes inhóspitos demasiado alargados y dos excesivos clímax: una batalla campal en el supermercado con la enésima unión inverosímil de masas dispersos moralización mediante, y una excesiva orgía que sí tiene relativa razón de ser. Es cuando el filme abandona el supermercado y se decanta por el gore y la masacre de alimentos cuando alcanza sus mayores puntales. Pero estos son escasos, y la acción sólo se desata en un clímax, como bien mencioné previamente, excesivo en envergadura, duración y desarrollo.
Desenfadada y vulgar, La fiesta de las salchichas es sincera consigo misma, y da lo que se puede esperar de ella. Salvando las preferencias subjetivas hacia este tipo de cine, cumple expediente. Pero el resultado final no excede o mejora la premisa de partida.