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Voto de Néstor Juez:
7
Drama Jane (Julia Garner) es una recién graduada universitaria y aspirante a productora de cine que consigue un trabajo aparentemente ideal como asistente de un poderoso ejecutivo de la industria del entretenimiento. Su día es muy similar al de cualquier otra asistenta: preparar café, cambiar el papel en la fotocopiadora, ordenar el almuerzo, organizar viajes, recibir mensajes telefónicos, etc. Pero a medida que Jane sigue su rutina diaria, ... [+]
13 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mas interesante del mundo del cine, así como sucede con otras artes, es su cualidad impredecible determinada por su naturaleza de medio de expresión personal, de manifestación del subconsciente. Por lo que representa en tanto manipulación de la imagen y del sonido para dar cuerpo al mundo interior y voz de una persona que puede ser, salvando las distancias, cualquiera. Por ello, si bien cada curso esperamos expectantes los nuevos trabajos de autores consagrados, siempre es un placer ser deleitado por aquellas películas que no esperamos, por las perlas sorpresa. Trabajos que emergen de incógnito y terminan cosechando aceptación y una presencia fija en las predilecciones de la crítica. La película que nos ocupa, sin embargo, ha vivido un recorrido muy largo y mayormente silencioso. Se empezó a hablar de ella en el Festival de Sundance 2020 en el que se presentó y también en la Berlinale, pero apenas pudo contar con unos pocos entusiastas antes de su estreno en Filmin y salas, donde ha desatado el entusiasmo entre la cinefilia española. Hablamos del drama indie The assistant, dirigida por Katty Green y protagonizada por Julia Garner. Película de la que realmente no sabía qué esperar, y de cuyo visionado salí extremadamente convencido. Un filme sencillo en su esqueleto argumental y ambiciones formales, pero contundente en sus implicaciones emocionales. Un conciso y doloroso retrato de violencias diversas en escenarios cotidianos. Opresión silenciosa y reivindicación femenina.

La joven Jane (Julia Garner) ha conseguido un prometedor trabajo como asistenta en una poderosa productora audiovisual. Su agenda es despiadada, madrugando sin tesón y abandonando la oficina entrada la madrugada, y su carga de trabajo es ingente. Pero lo más difícil de su solitaria rutina no es sino el trato humano de sus compañeros, predominantemente masculinos. Un retrato contenido pero desgarrador y preciso de los hostiles ambientes laborales que tantos ciudadanos sufren a diario en oficinas. El despiadado e inhumano precio del supuesto éxito que tantos jóvenes están dispuestos a pagar para hacerse un hueco en el elitista y endiosado mundo del cine, publicidad y televisión. Una muestra más de la deshumanización maquinal y el proceso de despojar de identidad y vida los herméticos, fríos y asqueadamente higienizados escenarios del capital. El martirio penitente que una silenciosa y solitaria muchacha asume para sí sin una meta visible, o expectativa de final para una fase agotadora que se presupone trámite pero que en tantos casos acaba siendo un estado permanente. Entornos donde Jane se siente vulnerable, cebo de una continua violencia psicológica sutil y sibilina. Y, como no podía ser de otra manera, último eslabón ignorado en un entorno masculino eminentemente machista. La mayor fuerza cinematográfica del filme es sin duda una estelar Julia Garner, que encarna sin aspavientos pero con los matices faciales mas acertados su via crucis. La película es también una exhibición de tono, callado pero afilado, de minuciosa precisión al filmar un ecosistema en el que las luchas psicológicas transpiran con una claridad meridiana. Y a su vez, la planificación audiovisual está diseñada con mucha intención, combinando uniformes travellings laterales en línea recta con cerrados encuadres del mobiliario de oficina que acertadamente oprimen a Jane y dejan en todo momento el factor humano en segundo plano.

Resulta innegable que una vez queda dibujada la jornada laboral de Jane y se esbozan los dilemas de género que se concretarán durante el desarrollo, el filme no tiene más sorpresas ni matices que ofrecer. Es un largometraje de tema, en el que su discurso de sororidad ocupa el foco y, quizás, la puesta en escena se limite a ser una herramienta funcional en aras de su alegato. Sostenida sobre una rutina inevitablemente apoyada en la repetición, podría reprochársele al filme una cierta simpleza. Y bien es cierto que, en tanto yo mismo suelo guardar antipatía a filmes preocupados por la agenda social, los más escépticos podrían observar en el guion una cierta soflama de tendencias. Sin embargo, siempre sostendré que la clave de las películas es la ejecución, y la de esta se lleva a cabo con tamaña sensibilidad que es más que suficiente para que podamos hablar de un gran trabajo.

Aséptica, inmisericorde y silenciosa, The assistant no se expande temáticamente pero expone sus tesis con una claridad demoledora y un magnetismo embriagador.
Néstor Juez
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