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Voto de Néstor Juez:
7
6,4
45.917
Fantástico. Drama. Romance. Thriller
En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es febrero el mes de las películas de los Óscar, y estas se visionan en masa. Tras las últimas perlas de Spielberg y Paul Thomas Anderson, llegaba el turno de la gran favorita de los premios, que ha arrasado en otros certámenes americanos, se llevó el León de oro en Venecia y parte con 13 nominaciones al Óscar: el romance fantástico, no exento de drama, La forma del agua. Dirigido por un director, tristemente, que se ha visto durante toda su trayectoria ajeno a estos circuitos de aplauso y loa: el mexicano realizador de películas fantásticas anegadas de monstruítos Guillermo Del Toro. Siempre he sido un admirador de la obra del de Jalisco, cuya El laberinto del Fauno es una de las enormes películas del nuevo siglo, y también encuentro muy loables películas de entretenimiento como las Hellboys o la macarra Pacific Rim. Y soy de las mayores defensores de su película previa, la notable e infravaloradísima La cumbre escarlata. Por lo tanto, sí ya de por sí estaría encantado de disfrutar de sus nuevas obras, el entusiasmo se disparó por las nubes con tanta alabanza. Por ello no dudé en acudir a disfrutarla en los renovados Ideal durante la semana de estreno con un amplio grupo de amigos. Y como sucede cuando hay expectativas, disfruté arrobado una muy buena y mágica película, pero también tremendamente sobrevalorada. No llega al nivel de las dos mencionadas al principio del artículo, está muy lejos de El laberinto del fauno y ni siquiera es particularmente mejor que La cumbre escarlata (es curioso como dos temáticas diferentes producen en películas tan parecidas recibimientos tan opuestos). Pero sus notables virtudes en la ejecución y el alma que transpira nos hacen perdonar sus evidentes defectos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Elisa Esposito (una notable Sally Hawkins) es una mujer de mediana edad muda y solitaria. Vive con Giles (un Richard Jenkins que borda el mejor personaje de la película y uno de los mejores de su carrera), un pintor maduro rodeado de gatos y trabaja como mujer de la limpieza en unas instalaciones científicas, donde mantiene una profunda amistad con Zelda (una divertida y entrañable Octavia Spencer). El día que llegue al recinto un misterioso hombre anfibio (el siempre imponente Doug Jones) para ser estudiado bajo la vigilancia de un pérfido Strickland (Michael Shannon, en uno de sus roles más flojos), desarrollará con él una intensa relación amorosa. Un romance al estilo clásico que homenajea al Hollywood de antaño, con sus musicales y su tono bucólico, y que rescata la iconografía tenebrosa y cuasi guiñolesca para hablar sobre el amor y la aceptación entre parias o seres diferentes. La inclusión de todos sean mudos, homosexuales o negros. Como ya se ha probado en otras ocasiones, gusta en la Academia el cine que mira a su pasado con nostalgia, y lo recrea u homenajea con sensibilidad. Es el filme una depuración formal del estilo de Del Toro, en la que cada plano es un cuadro y la fotografía de Dan Laustsen se alía con un diseño de producción extraordinario para lograr un cuento de estética deliciosa, un festín para los ojos. Sus personajes son amorosos, y están interpretados con mucho acierto. La banda sonora, aún siendo utilizada de una manera molestamente enfática, es hermosa. Y la película coge la iconografía de Guillermo, y su estilo no exento de momentos macabros, para narrar una historia de nuevo enfoque en su obra: una tierna y sentimental historia de amor, narrada con su familiar tono de trágico cuento de hadas que deleita a todo espectador y logra una película realmente bonita, que te hechiza y deleita.
Desgraciadamente, un ritmo tan rápido provoca que el romance entre Elisa y el anfibio no se desarrolle con el tiempo necesario para que sea plenamente creíble. Pese a ciertos detalles cómicos y el desempeño de Michael Shannon, su villano es tremendamente plano y aburrido. Aún enriqueciéndola con tramas secundarias, como la de unos arquetípicos espías soviéticos, el desarrollo de la película sigue los derroteros que todo el mundo esperaría, aderezado de momentos chuscos o excesivos, como ciertos bailes imaginarios o escarceos en habitaciones sumergidas. Y sacrifica para ganarse al público por un relato comercial que recupera La bella y la bestia y la versiona sin aportar nada revolucionario textual ni visualmente al relato universal. Es un caso claro de desempeño profesional elevando un contenido falto de riqueza, que ofrece superficiales apuntes a temas socialmente candentes pero tan sólo logra una experiencia potente en lo sensorial. Con suerte, triunfa con nota en este apartado.
Poética, trágica y embelesadora, La forma del agua no es la panacea, pero sí un hermoso cuento de hadas que ha logrado el merecido reencuentro de audiencia y crítica con Guillermo del Toro.
Desgraciadamente, un ritmo tan rápido provoca que el romance entre Elisa y el anfibio no se desarrolle con el tiempo necesario para que sea plenamente creíble. Pese a ciertos detalles cómicos y el desempeño de Michael Shannon, su villano es tremendamente plano y aburrido. Aún enriqueciéndola con tramas secundarias, como la de unos arquetípicos espías soviéticos, el desarrollo de la película sigue los derroteros que todo el mundo esperaría, aderezado de momentos chuscos o excesivos, como ciertos bailes imaginarios o escarceos en habitaciones sumergidas. Y sacrifica para ganarse al público por un relato comercial que recupera La bella y la bestia y la versiona sin aportar nada revolucionario textual ni visualmente al relato universal. Es un caso claro de desempeño profesional elevando un contenido falto de riqueza, que ofrece superficiales apuntes a temas socialmente candentes pero tan sólo logra una experiencia potente en lo sensorial. Con suerte, triunfa con nota en este apartado.
Poética, trágica y embelesadora, La forma del agua no es la panacea, pero sí un hermoso cuento de hadas que ha logrado el merecido reencuentro de audiencia y crítica con Guillermo del Toro.