Visconti nos legó esta última película antes de morir, el retrato actuado de un hombre (Giancarlo Giannini, en una interpretación genial y admirable), aristócrata, rico, amado por varias mujeres, muy seguro de sí mismo, ateo, inmoral, dado al hedonismo y al relativismo vital, árbitro "absoluto" de su propia vida, que sin embargo no lleva una vida satisfactoria, no siente contento verdadero de su ser.

Se trata de una película de reflexión sobre el sentido de la vida en personas cuyos años, por más que estén rodeados de lujo, educación, comodidades y seguridades económicas, transcurre y se consume vacía, sin EXISTIR, sin ELIXIR, sin TRASCENDENCIA, desaprovechando los talentos ONTOLÓGICOS que como seres humanos conllevan y que les hacen seres extraordianrios a lo largo y ancho del cosmos.