Una pelicula desquiciante, psicotrópica y tremendamente hilarante.
Abarca el campo de todas las drogas, desde el éter hasta la marihuana pasando por la cocaína. Brinda un fiel reflejo de sus efectos.
Los decorados y el vestuario están muy trabajados, dando una verdadera y ambientadora imagen de lo que eran los años sesenta-sesenta: una gran cantidad de colores, lunares, cristales y moquetas rosa-fucsia por doquier.
La música es estupenda: Jefferson Airplane, Dead Kennedys, The Yardbirds...
En resumen: refleja el mundo americano de los sesenta y los setenta verdaderamente bien, presentandonos al mundo conservador anti-drogas y las causas del consumo de estas drogas.
¿Qué podíamos esperar de alguien como Terry Gilliam? Gamberrismo y chulería en una divertidisima pelicula. Para no perdersela.