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México México · Ciudad de México
Voto de Iván Rincón Espríu:
9
Musical. Drama. Fantástico. Animación Pink, el cantante de un grupo musical, arrastra desde su infancia una serie de traumas debido a la dura educación que recibió. Cansado de todo lo que rodea su profesión, se acaba refugiando en las drogas como única opción para romper con el muro que él mismo ha creado a su alrededor. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Musical de Alan Parker (Reino Unido, 1982) basado en el álbum The Wall, de Pink Floyd, con algunos cambios y guión de Roger Waters, vocalista y bajista de la banda británica de rock.

Más que argumento, hay un discurso fragmentario y discontinuo de imágenes como contexto de las canciones, con muy escasos diálogos, un discurso metafórico y contestatario al imperialismo británico, su inexorable barbarie y su gélido sistema de alienación humana desde la infancia, la organización de la sociedad como fábrica de seres autómatas o ejército de mercancías, sucesión hereditaria de autoritarismos castrantes.

La fotografía es exquisita, como suele ser este aspecto en todas las películas de Parker, y en este caso alterna con secuencias animadas, creadas por el ilustrador Gerald Scarfe y el propio Roger Waters, de pesadilla bélica en alucinógeno trance.

Pink, también llamado "señor Floyd", es el único personaje reconocible, que parece pasar por distintas épocas desde niño, pero las imágenes iniciales son de la Primera Guerra Mundial y después muestran a Reagan en vez de Thatcher. A través de crisis ultra-depresivas, el joven termina como versión moderna de Hitler, líder de un poder alternativo, representado por dos martillos como el símbolo del comunismo, pero sin la oz, con milicias idénticas a las del partido nazi antes de asumir el poder...

Una imagen recurrente de gusanos en la descomposición orgánica parece plantear, también como símbolo, una profunda putrefacción del orden establecido contra el que se rebela una juventud furiosa, estimulada por el rock, que opta por el fascismo (el planteamiento proviene del surgimiento del fascismo embrionario en Gran Bretaña con la crisis mundial del capitalismo durante los años treinta).

En las imágenes animadas, otro símbolo recurrente es una flor carnívora que adopta la forma de una serpiente gigante y se come al protagonista de las angustias generacionales, unas veces niño, otras veces adulto, anti-poesía contenedora de pura destrucción que al final se desborda en un collage ilustrado y fotográfico antes de que el muro estalle como un grito.
Iván Rincón Espríu
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