Tomando como fuente de inspiración el neorrealismo italiano, el manchego introduce dentro de ese gris y asfixiante mundo doméstico sus habituales chascarrillos cómicos, y su querencia por lo insólito, creando un universo donde lo naturalista y cotidiano convive con lo extraño y lo irreal sin que choque.

Para mí lo peor es que el guión está demasiado ramificado (¿qué pintan Gonzalo Suárez y Amparo Soler Leal?), cuando debería haber sido podado y estar más concentrado en torno a la sufrida protagonista, una inmensa Carmen Maura que hace quizá su mejor interpretación almodovariana (ya que es un papel seco, no especialmente simpático, y sin aparentes posibilidades de lucimiento sobre el guión, pero ella lo borda y lo magnifica).

El final me puso un nudo en la garganta: qué bien transmite la Maura la soledad y la frustración de Gloria, su personaje (con la ayuda de una inolvidable música que volvería a sonar en “La ley del deseo”).

Impagables las presencias de Chus Lampreave (nadie como ella para hacer gracia diciendo diálogos que serían anodinos dichos por otra actriz), Verónica Forqué (graciosa y sexy en su papel de cándida prostituta) y Kiti Mánver (odiosa y amargada, pero con un salero que le quita toda aspereza).