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Voto de Helga Maria Saboia Bezerra:
9
Drama Benny es un chico de 14 años de buena familia. Sus padres intentan compensar la falta de cariño hacia su hijo regalándole un estupendo equipo de vídeo. Obsesionado con el uso de su nuevo juguete, graba cómo sacrifican a un cerdo con una pistola, escena que lo incita a cometer un acto salvaje. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, hay que decir que es una película cruda, extremadamente angustiosa. Hay que elegir bien el momento en que se va a verla. Es imposible quedar indiferente, como pasa con todas las películas de Michael Haneke -- y hablo de las que he visto: "Amor", "La cinta blanca", "La pianista", "Funny Games", "Caché".

Arno Frisch, en el papel protagonista, está impresionante. Gran parte del éxito de la película se la debe Haneke a él.

Es la historia de una familia de lo más "normal" en los días actuales, al menos hasta el momento en el que el chico comete el acto bárbaro: padres muy ocupados con sus carreras como para perder el tiempo con su hijo, de tan sólo 14 años, que se mueve a sus anchas por una ciudad inmensa.

Sin que le falte absolutamente nada material, Benny va a una vídeo locadora después de la escuela, a buscar el ruido que traerá a casa y que le llenará de sonido la vida aburrida y solitaria que lleva. Los padres nunca están, ni siquiera los fines de semana; la hermana mayor vive independiente.

Benny no tiene con quien hablar y no ha aprendido a sentir empatía por los demás seres humanos. Ni el amigo de la escuela, de quien reniega en un momento crucial; ni la chica que ve seguidamente en la calle y que sufre; ni la madre que alguna vez llora -- no sin razón -- en el auge de la angustia; nadie conmueve la vena humanitaria de Benny, que ha crecido como un psicópata.

Los padres se dedican a ganar dinero y a encubrir las fechorías de los hijos, quienes han absorbido su manera de estar en el mundo. No tienen valores que les oriente más allá de aquél que parece regir la vida de casi todos en nuestras sociedades modernas y sin Dios: el estatus (a imagem pública) y el dinero son lo único que importa. En ningún momento los tres personajes se preguntan por la persona cuya existencia Benny destruye. La vida humana no tiene valor. Es igual que la de un cerdo.
Helga Maria Saboia Bezerra
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