Ayer, atendiendo a una interesante sugestión, he visto la película "Soylent Green", de 1973, con Charlton Heston como protagonista y que en España ha sido titulada "Cuando el destino nos alcance".

Se trata de una distopia que cuenta la historia de dos policías que investigan el asesinato de un ejecutivo cuya compañía fabrica una comida sintética que es el principal alimento de una ciudad de Nova York superpoblada en el año de 2022 y cuyos ciudadanos -- mejor diría esclavos -- viven en condiciones sub-humanas.

Para quien está bien despierto hoy, consciente de que vivemos en un mundo manipulado por una élite eugenista que dispone de un programa (Agenda 21/2030) que está llevando a cabo con éxito, es impresionante ver las alusiones a tantos puntos de la agenda para los cuales gente como yo viene llamando la atención hace años y los mismísimos medios de comunicación de masas han venido mostrando ser la "tendencia" de los tiempos venideros: el racionamiento de agua; la eutanasia de mayores como "solución" a la superpoblación; la prohibición del consumo de carne animal y su substitución por un género producido en laboratorio; e incluso el canibalismo como expediente para la necesidad proteica de los seres humanos.

Yo no creo en "ciencia ficción", sino en "programación predictiva". La película se basa en el libro "Make Room!, Make Room!", de Harry Harrison, que explota las consecuencias del supuesto crecimiento poblacional descontrolado -- en el film, Nueva York tendría 40 millones de habitantes en 2022, pero estamos en 2021¡ y sólo tiene 8 millones! -- y de la acumulación de recursos por una minoría rica, una realidad muy concreta, esta, sí, hoy día.

Lo que ocurre es que estos escritores llamados de "ciencia ficción" tienen información privilegiada sobre el estado del arte de la tecnología y la ciencia y tienen también las editoriales y Hollywood a su disposición.

De hecho, el director que llevó la historia al cine, Richard Fleischer, era judío -¿y cómo no iba a serlo, si éstos han dominado Hollywood desde sus inicios? -- y, por supuesto, estos tipos de la Sinagoga de Satanás tienen información privilegiada.

Todo está conectado, como dice Bergoglio -que, como todos los papas postconciliares, es un gran amigo de los que Benedicto XVI llamaba "nuestros hermanos mayores" (sus hermanos mayores, no los míos ni de los verdaderos católicos) - y como todo está conectado, como dice Bergoglio, yo diría que mejor que empiecen a hacer la conexión, la relación, entre películas como "Soylent Green" y lo que ya estamos viendo ahí en este mundo que yace en el poder del Maligno.

La película no tiene desperdicio, ¡se lo garantizo!

En 2013, mientras hacía el curso de Coursera online "The Holocaust", impartido por los profesores Murray Baumgarten y Peter Kenez, de la Universidad de California Santa Cruz, llegué a conocer la existencia de una película documental del francés Claude Lanzmann.

Como el tema me interesó siempre, desde mi niñez, me puse a ver la película, que en aquel entonces se encontraba disponible, gratuitamente, en YouTube (hay aún una versión con subtítulos en español y dividida en nueve partes en un canal de nombre "nico lás"). Largo (566 minutos, es decir, 9 horas y 43 minutos), la vi a lo largo de una semana, de lunes a viernes, bien sentada en mi butaca del salón munida de un paquete de pañuelos de papel y vasos de agua, mucha agua.

Es un documental espectacular, que recomiendo vivamente.

Hay una secuela lanzada en 2018, "Shoah: Four Sisters" (hay una versión en alemán disponible en YouTube, gratis).

Y hay también un documental de 2013, "The Last of the Unjust", donde Lanzmann se centra en las actividades del rabino Benjamin Murmelstein, del campo de concentración de Theresienstadt,durante el Holocausto. Se puede encontrar una copia gratuita en YouTube, de ese documental de 3 horas y media de duración. En francés y con subtítulos en alemán.

Mientras a través de las escuelas, universidades -- incluidas las católicas --, medios de comunicación y mundo editorial se viene desde hace 230 años mintiendo para la gente con propaganda edulcorada acerca de las maravillas de la Revolución Francesa, películas como ésta, una rareza, muestran el verdadero significado de las palabras "liberdad", "igualdad" y "fraternidad" para la madre de las revoluciones, cuyo principal objetivo era destruir el orden occidental cristiano e instaurar la cultura de persecución y muerte. "Diálogos de Carmelitas" es imprescindible para católicos y no católicos que buscan la verdad.

Ya no se hacen películas como antiguamente. Eso es lo que solemos decir en el siglo XXI con frecuencia y con razón. Yo, quien iba al cine al menos una vez por semana desde los diecisiete años, he abandonado ese hábito por sencilla imposibilidad de aguantar la sarta de porquerías que pueblan, desde hace al menos un lustro, las salas de cine.

Pues bien, esta pelicula de Murnau, que cumplirá un siglo dentro de escasos tres años, es un ejemplo de aquel "cine de verdad" -- aunque mudo -- al que nos referimos los que no nos adaptamos a la actual deriva propagandística de Hollywood, que se dedica a vendernos doctrinas e ideologías de las más asquerosas donde las haya.

No hay mucho más que decir, acompañado de la recomendación: véanla. Y gocen del verdadero cine.

La vi en YouTube -- una copia gratuita --, en 2014, cuando hacía un curso online de Coursera ("Scandinavian Film and Television"), de la Universidad de Copenhagen, pues fue en dicho curso que por primera vez escuché hablar de Carl Theodor Dreyer.

Me quedé absolutamente impresionada con esa película. Desearía volver a verla, pero aquella copia ya no está disponible en YouTube (por si alguien se pone a buscarla ahora).

Es la historia de un milagro. No tengo palabras para describir la belleza de esta película. Sencillamente no tengo palabras. Véanla, si tienen la ocasión de hacerlo.