Juega a su favor la trama, con poso, aunque se quede anquilosada en la retaguardia de un susto momentáneo. Si limpiamos los viejos trucos del susto como espectáculo, la ambientación, diversidad y caracterización de personajes agrada, por su locuacidad visual. Gusta también el juego de los tempos, espejos y personajes, esa lucha interior continua que se mezcla con la propia batalla de la realidad. No buscamos solo la 'fantasmada' instantánea, si no la perturbación de lo más carnal y moral. Esa mezcla, esos toques diferenciadores nos llevan a mantenernos en la distancia sin degradar la trama a un segundo plano. Seguirla a cuentagotas y unir las piezas del puzle.
La exacerbada actuación de parte del reparto, así como la no profundización en todos sus personajes le restan claridad al producto final, una mejor compensación de las tramas ayudaría a digerir y creer en esa historia, que en sus defectos muestra todo su valor.