Una bella historia fria en sentimiento pero bien engarzada por un guión correcto que distribuye la tensión y la acción de forma impecable. A la emoción le cuesta arrancar, buscada o no por la idea de querer transmitir la verdadera alma noruega; los personajes son lejanos en emoción, pero profundos en convicción, añadiendo gratitud al espectador, que con la bella fotografía de la película logra empatizar con los paisajes, la historia y los ideales antes que con el personaje idealizado, porque en el fondo no buscamos un guía espiritual, sino una persona, co sus defectos, pero con una meta: Thor.
La música busca la mezcla idónea entre la epicidad y la expedición para lograr que el espectador se empape en cada momento de la película. Destacable es el guión, que entrelaza los momentos de acción y tensión sin alardes dramáticos, aunque eso podría generar desafección acaba por agradecerse, porque lo sublime es lo veraz y lo verista, que en esta historia está logrado a la perfección: así tenemos un equilibrado guión con la dosificación idónea de tensión en la narración.