La historia inspira desazón, por la cerrazón de sus sentimientos, pero logra ahondar en las frustraciones del protagonista, que con sus losas camina deambulando buscando esa chispa que logre encender en el las ganas... de vivir y de tener un porqué. La austeridad terrenal, ambiental y sentimental del protagonista ayudan a comprender sus vicisitudes, que nos pongamos en su piel, cubriéndonos cuan oveja que amamanta de su madre... Josh O'Connor interpreta y esgrime su papel a rajatabla, vemos cómo evolucionan sus sentimientos en su gestualidad, en su sinvivir, en su madurez personal, que se llena de gratitud estilística con un guion sincero, sin ornamentación, con diálogos más que realistas, como vividos por nosotros, como buscados desde el fondo del alma. La química en el reparto actoral se evidencia en su empatía, en su transmitir sin casi despeinarse... en la necesidad que tiene el espectador por poner de su parte en la ayuda a los protagonistas. Fotografía y 'locus' inmejorable, que viven las tramas como una miembro más del reparto, un reparto lleno de animales y frío, que no logran helar las ganas de sus protagonistas de saber transmitir todo lo que tienen que decir.