Un día... todo y nada, es un día en el sinsentido de una guerra, oficial o no, la realidad, la vida diaria... El guión intencionadamente sostenido nos encauza a su punto de fuga, ese punto confluyente que claramente se vislumbra desde el comienzo, y no por ello es menos importante alcanzarlo: el sinsentido de las guerras, pero desde a pie, desde el punto más bajo. Los personajes irradian naturalidad, con toques utópicos y típicos buscan las características definitorias de sus estereotipos, buscan que veamos lo que en el fondo sabemos, pero sin tragedia, ni comedia, ni sangre ni alegrías, sólo la cruda realidad.
Los diálogos ganan el peso suficiente para ver que con su ironía intentan sobrevivir en el contorno hostil, sus acciones rebosantes de sarcasmo hacen que empaticemos, que no nos cuestionemos la verosimilitud de lo acaecido en el día, ese día... casi perfecto... No es una epopeya, no es un acción heroica, no es un salvador de vidas... es la clara definición del trabajo necesario, de su paso de la ilusión inicial al impactante y cruel final, pero ante todo... mañana será otro día, perfecto o no...