La bondad no está donde siempre la esperamos. La historia, de esas que son pequeñitas, pero grande en razones y sentimientos, aguanta la tensión sin caer en el dramatismo, que es agradecido, y a veces las ideas preconcebidas están para tirarlas. La narración es constante, fluida y con los giros necesarios. Guión simple y tradicional, pero la simbiosis entre la historia y lo visual así lo necesitaba. No nos adentramos en las causas, que todos las sabemos, ni en las consecuencias absolutas, que todos las imaginamos, a veces la simple evocación de un acto puede decir más que el ensimismamiento de intentar abarcarlo. Los personajes están a la altura de los grandes actores. Maribel y Tito abrillantan la cinta, le dan fuerza y tesón. Momentos que iluminan al espectador y que no chirrían en la historia... Técnicamente no es muy destacable, pero la cinta se asienta en dos grandes pilares que no lo necesitan: una historia que contar y unos intérpretes espectaculares.