La mezcla abrupta de tempos hace que la película gane en peso de lo íntimo. Vemos que los personajes se cimientan en unas conversaciones abiertas y educadoras entre los dos protagonistas, donde le imprimen ese sello de ternura, calidez protección y sensatez. A partir de ahí la trama se vuelca en la acción de la supervivencia, tanto moral como física de sus protagonistas. No por ello se intenta girar hacia el dramatismo de la situación contada, si no que vemos, como espectadores, el relevo natural, donde el protector pasa a ser protegido, y el protegido protector. La frialdad de las imágenes crea una atmósfera llena de agrestes momentos, pero solo transmite lo que la situación conlleva. En todo momento vemos como la parte visual allana al espectador todo lo que el guion insinúa en cada secuencia. Fotografía y atmósfera son unos agentes más de esa información que potencia los sentimientos. Diálogos bellos, intensos y con múltiples planos interpretativos que enganchan a todo tipo de público.