Es una historia de amor sin complejos, directa, con todos sus recovecos, intensa a la par que cruel. Nos deleitamos con las vueltas que puede llegar a dar siendo conscientes que los sentimientos son una parte esencial, pero no única, en las relaciones. De fondo nos introducimos en una debacle social, económica y política, que paralelamente incide y posiciona a sus protagonistas hasta el punto de coartarlos y hacerlos sucumbir al entorno. Una metáfora directa y bien entendida del querer y no poder, o querer y no saber ejecutar. El guion imprime carácter, ritmo, sin pausas ni distensión para el despiste. Elipsis descarnadas eliminan lo que sobra. Diálogos intensos pero acordes a una realidad. Interpretaciones creíbles y delicadas, con matices y destellos interesantes. Además se logra el equilibrio entre el caso concreto y la universalidad para poder extraer el poso de lo único de su trama.