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Voto de Un poquito pesada:
6
Aventuras. Drama En la jungla sudamericana, el propietario de una gran plantación (Charlton Heston) decide casarse por correspondencia para tener un hijo que herede su hacienda. A su esposa (Eleanor Parker), recién llegada de Nueva Orleans, no le resultará fácil adaptarse a la brusquedad del marido y a las costumbres de los nativos. Mientras, una terrible plaga de hormigas asesinas amenaza la región... (FILMAFFINITY)
21 de abril de 2010
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Usted se casa por poderes y, al conocer al fin a su nuevo cónyuge, se encuentra con Eleanor Parker en todo su esplendor. Y no digamos con Charlton Heston. Usted no se creería su suerte, admítalo.

Véamoslos más de cerca. Ella aguanta con espíritu deportivo todas las memeces que le dice él y le sobran recursos para burlarse: “Es usted especialista en descerrajar puertas”. Pero con toda su inteligencia y toda su intuición y todas sus inocentes metáforas sobre pianos, al final se nos muestra claramente que lo que funde al gran simio padre protector de sus esclavos es, como de costumbre, el hombro blanquísimo de la arrebatadora Eleanor ofreciéndose astutamente para la crema anti bichos. Sólo se echa a faltar un buen “es usted una mujer con arrestos” y no digamos un “estás muy bella cuando te enfadas”.

Y él se nos presenta como el self-made macho que lo ha ganado todo a pulso (robado a la tierra, afirma) y que sólo admite sumisión y agradecimiento por quitar el pelo de la dehesa a los pobres indígenas, una visión que recuerda enseguida al timorato Leslie Howard cuando con rictus de ensoñación añoraba los viejos tiempos de los negros acudiendo felices y cantando a la plantación. Aparte de esto, reconocemos enseguida al gran Charlton cuando tira la puerta de la bella abajo en una de las entradas en campo más testiculares que se recuerdan. Cómo nos gustaría caer en sus brazos si no los tuviera llenos de rifles.

Del resto, nuestro entrañable Canon (Conrad) que es la voz cabal que se ocupa una y otra vez de anunciar los peligros (“¡la marabunta!”). Forma con Heston una divertida pareja, como cuando salen de las tiendas alertados sin saber que el animal o humano agresor huyó despavorido al verlos con sus pantalones cortos y sus calcetines largos que a Conrad le confieren un cierto aspecto del Toby de la pequeña Lulú.

Y, cómo no, las hormigas, que engullen todo a su paso y se muestran como un brazo ejecutor y vengativo (descarnan al malo repulsivo). A Heston le debieron sin duda traer recuerdos de la masacre del mar Rojo.

Pero he aquí que, superado todo esto, lo que es claro es que en estas películas no queremos que reaccionen como una agencia pública de políticas de igualdad, para eso está nuestra capacidad de discernimiento y nuestra educación, del mismo modo que no necesitamos moderneces ni reacciones correctas de un mundo 50 años posterior.

En realidad, si lo piensas bien, es complejo saber por qué nos gustan estas películas. O a lo mejor es bien sencillo: un escenario insólito con extraña boda por poderes de dos estrellas en plenitud y una marabunta en la selva, ritmo, acción, exotismo, amores…ah, el gran cinema.
Un poquito pesada
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