Con esta clase de películas hay que tener mucho cuidado porque la historia no te deja ver el CINE.
¿Por qué digo esto? porque estamos ante una película que lo único que hace es narrar el comportamiento de la chusma miserable, que diría Victor Hugo; con un aparente, subliminal, y mínimo discurso sobre el México corrompido.
No estamos ante un Revolución del Pueblo sino, insisto, ante la chusma miserable cuyo único objetivo es robar a toda costa, a quien sea y cómo sea, para la que los demás seres humanos son un pedazo amorfo de carne.
Esto es toda la película, una secuencia tras otra de violencia inmisericorde, sadismo, crimen, brutalidad, etc., narrada con absoluta naturalidad. Y claro está, no tiene más remedio que impresionar al ingenuo espectador que queda cautivado, anonadado, por lo que le están mostrando.
Hasta aquí hemos llegado porque el resto es más bien vulgar y corriente: la puesta en escena, la dirección y los protagonistas.
Cualquiera puede hacer una película de este tipo y cuanto más realismo, crueldad y sadismo le ponga, pues mucho mejor le va a salir. Quizá, lo único que destacaría es el intenso ritmo que imprime la dirección, nada de contemplaciones: un ametralladora de violencia.