Cuando la vi por vez primera me pareció muy buena y muy comprometida para ser alemana. Tras su segundo visionado aún me ha parecido mucho mejor. Es sobrecogedor ver a Hitler en persona gracias a la insuperable actuación de Bruno Ganz. Es a veces tan real, que uno se lo imagina con ese mismo carácter y gesticulaciones en sus últimas horas en el búnker. Que no suene a spoiler porque todo el mundo sabe que las últimas horas del dictador nacionalsocialista fueron en su búnker de Berlín bajo la nueva cancillería. Cine con mayúsculas, con el aire europeo que se le suele dar a las películas en Alemania o Inglaterra, lejos del sobrevalorado cine americano. Con películas como ésta, el cine europeo cada vez va ganándole más y más terreno a Hollywood. Nunca podrá igualarlo en presupuestos y espectacularidad, pero de un tiempo a esta parte un servidor se entretiene y disfruta mucho más de las obras europeas que del manido y patriótico cine estadounidense. Yo le doy un diez, no sé si lo merece, a mí por lo menos me lo ha parecido. Y además, sería un pecado para cualquier amante del cine perderse la magistral interpretación de Bruno Ganz...