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Voto de huineman:
1
7,5
23.558
Drama. Romance
A principios de los años 70, Bess (Watson), una ingenua joven de un pueblo costero de Escocia, se enamora de Jan (Stellan Skarsgård), un hombre mundano que trabaja en una plataforma petrolífera. A pesar de la oposición de la rígida comunidad puritana a la que pertenece, Bess y Jan se casan. Tras la boda, él vuelve a su trabajo, y ella cuenta los días esperando su vuelta. Bess, una creyente devota, cree que su amor está bendecido por el ... [+]
3 de diciembre de 2010
102 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Rompiendo las olas" se basa en "Palabra", de Dreyer, que se basa, a su vez, en la obra "Temor y temblor", del filósofo danés Søren Kierkegaard, fácilmente malinterpretable. Y justo se ha malinterpretado al máximo en "Rompiendo las olas" (seguramente Von Trier ni conociese la obra de Kierkegaard, solo la película de su compatriota Dreyer).
Para quien no conozca "Temor y temblor", diré que en ella aborda Kierkegaard su famosa división del hombre en tres estadios: estético, ético y religioso, centrándose en los dos últimos y considerando superior el religioso, pese a ser tan difícil de alcanzar que solamente un hombre lo ha logrado en toda la historia: Abraham.
Abraham no actúa en función de algo válido para todos (esto sería el estadio ético), ni tampoco de su mayor bien egoísta, que es lo que haría si perteneciese al estadio estético, sino que actúa en virtud del absurdo, de la paradoja. Dios le pide que sacrifique aquello que más quiere, su hijo Isaac, y Abraham se dispone a hacerlo sin dudar, a la par que sabe que Dios no lo permitirá. De modo que está dispuesto a sacrificar a su hijo, realmente dispuesto, pero por la fe sabe que Dios lo impedirá. Ésa es la paradoja, es un sacrificio sin sacrificio, siendo a la par consciente de que lo va a realizar y que no va a ocurrir. Y esta paradoja se encuentra ausente en la película de Von Trier.
Continúo:
Para quien no conozca "Temor y temblor", diré que en ella aborda Kierkegaard su famosa división del hombre en tres estadios: estético, ético y religioso, centrándose en los dos últimos y considerando superior el religioso, pese a ser tan difícil de alcanzar que solamente un hombre lo ha logrado en toda la historia: Abraham.
Abraham no actúa en función de algo válido para todos (esto sería el estadio ético), ni tampoco de su mayor bien egoísta, que es lo que haría si perteneciese al estadio estético, sino que actúa en virtud del absurdo, de la paradoja. Dios le pide que sacrifique aquello que más quiere, su hijo Isaac, y Abraham se dispone a hacerlo sin dudar, a la par que sabe que Dios no lo permitirá. De modo que está dispuesto a sacrificar a su hijo, realmente dispuesto, pero por la fe sabe que Dios lo impedirá. Ésa es la paradoja, es un sacrificio sin sacrificio, siendo a la par consciente de que lo va a realizar y que no va a ocurrir. Y esta paradoja se encuentra ausente en la película de Von Trier.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En "Rompiendo las olas" el realizador nos muestra una mujer esquizofrénica y depresiva que desdobla su personalidad para hablar con un dios rencoroso y despótico; esta mujer decide que debe humillarse para sanar a su marido, totalmente paralizado a causa de un accidente. Y cuanto más se humilla, más mejora la salud de éste, por lo que ella se prostituye hasta llegar a morir a resultas de una violación consentida. Y el marido, entonces, sana por completo.
Desde luego, éste no es el estadio religioso del que hablaba Kierkegaard, sino su mala interpretación, sobre la que nos alertaba una y otra vez en su obra: hay que tener cuidado, porque mal entendida la hazaña de Abraham puede dar lugar a comportamientos aberrantes, criminales y enajenados. Justo lo que ocurre en "Rompiendo las olas"; en la vida fuera de las películas la protagonista hubiera muerto para dejar a su marido no sólo inválido, sino viudo, frustrado y con sentimiento de culpabilidad. La protagonista no actúa en ningún momento en virtud de la paradoja, no hay ninguna paradoja: lo que ella hace sería equivalente a que Abraham hubiera efectivamente matado a Isaac.
En esta película, Dios es un ente repulsivo, un vulgar mercader todopoderoso que demanda ridículamente sufrimiento y muerte a cambio de un milagro. Nada más alejado de la poderosa obra de Kierkegaard.
Desde luego, éste no es el estadio religioso del que hablaba Kierkegaard, sino su mala interpretación, sobre la que nos alertaba una y otra vez en su obra: hay que tener cuidado, porque mal entendida la hazaña de Abraham puede dar lugar a comportamientos aberrantes, criminales y enajenados. Justo lo que ocurre en "Rompiendo las olas"; en la vida fuera de las películas la protagonista hubiera muerto para dejar a su marido no sólo inválido, sino viudo, frustrado y con sentimiento de culpabilidad. La protagonista no actúa en ningún momento en virtud de la paradoja, no hay ninguna paradoja: lo que ella hace sería equivalente a que Abraham hubiera efectivamente matado a Isaac.
En esta película, Dios es un ente repulsivo, un vulgar mercader todopoderoso que demanda ridículamente sufrimiento y muerte a cambio de un milagro. Nada más alejado de la poderosa obra de Kierkegaard.