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Rompiendo las olas

Drama. Romance A principios de los años 70, Bess (Watson), una ingenua joven de un pueblo costero de Escocia, se enamora de Jan (Stellan Skarsgård), un hombre mundano que trabaja en una plataforma petrolífera. A pesar de la oposición de la rígida comunidad puritana a la que pertenece, Bess y Jan se casan. Tras la boda, él vuelve a su trabajo, y ella cuenta los días esperando su vuelta. Bess, una creyente devota, cree que su amor está bendecido por el ... [+]
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Críticas 115
Críticas ordenadas por utilidad
4 de julio de 2007
225 de 305 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen las malas lenguas que eres pedante, Lars. Tus más enconados enemigos te tachan -por si fuera poco- de artificioso, desmesurado, manipulador, delirante, contradictorio, histriónico, patético, grotesco, fundamentalista, tramposo, austero, lento y tedioso... entre otras lindezas.

Con semejante ramillete de halagos cualquiera se atrevería a meterse entre pecho y espalda los más de 150 minutos de una peli cuyo título parece augurar un descomunal tostón tipo National Geographic acerca de olas batiendo indefinidamente contra los abruptos acantilados de las Scottish Highlands. Sin embargo, arriesgándome a ser tildado de “gafapasta” para siempre jamás de los jamases procedí a visionar “Rompiendo las olas”. Fue mi primera vez contigo, Lars... Sí, ya lo sé, parezco una nenaza pero es que... ¡fue tan emocionante!

Edificaste un melodrama mayúsculo, desorbitado, abrumador... como sólo tu sabes hacerlo, cabrón. Como mandan los cánones. Como a Sirk le hubiera gustado hacerlo. Sin recato, sin pudor, sin inhibiciones... Manejaste los dogmas a tu antojo... te pasaste esos diez mandamientos por el forro de los cojones. Pisoteaste los sagrados principios del pathos según tu propia conveniencia. Eres un mezquino ególatra, Lars. No has jugado limpio. Nos engañaste vilmente a todos..., hiciste trampas. Centrifugaste nuestro corazón, nuestra conciencia sin pedirnos permiso. Apelaste nuestro espíritu religioso embistiendo cualquier atisbo litúrgico sin consultarnos siquiera. Eres detestable, Lars... eres un puto genio sin escrúpulos.
Taylor
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13 de abril de 2006
102 de 152 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Amor o enfermedad? ¿Deseo o estupidez? Veo que lo teneis muy claro. Yo no. Cuernos que hacen milagros... dios en todas las cosas... beatos hipócritas... y moribundos que andan, más un final... ejem... un final...
Rompiendo las olas no me disgusta en absoluto, me parece una buena película con las pretensiones de siempre que tanto obcecan a Trier. Pero que no se nos vaya demasiado la olla escribiendo garabatos que luego pasa lo que pasa, es decir, que parecen una estupidez.

Destaco, cómo no, la exquisita interpretación de la amante esposa Emily Watson. Tambien a Katrin Cartlidge como amiga, mentora, enfermera y sicoanalista de su amiga. Las dos mujeres llenan de brio y garra el dramón del loco danés. La película es tramposa como pocas y ese hecho me ha decepcionado un poco. Observar al tullido con muletas después de tanta zarandana... pues me jode bastante. ¿Los motivos? Desde luego ni dios ni ella. Entonces? Pues que me jode bastante.

Excesivo como siempre, Lars Von Trier nos regala una buena historia que leo con asombro e indignación, que dicen que es de amor. Bueno, éso dicen...
Txarly
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3 de diciembre de 2010
101 de 163 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Rompiendo las olas" se basa en "Palabra", de Dreyer, que se basa, a su vez, en la obra "Temor y temblor", del filósofo danés Søren Kierkegaard, fácilmente malinterpretable. Y justo se ha malinterpretado al máximo en "Rompiendo las olas" (seguramente Von Trier ni conociese la obra de Kierkegaard, solo la película de su compatriota Dreyer).

Para quien no conozca "Temor y temblor", diré que en ella aborda Kierkegaard su famosa división del hombre en tres estadios: estético, ético y religioso, centrándose en los dos últimos y considerando superior el religioso, pese a ser tan difícil de alcanzar que solamente un hombre lo ha logrado en toda la historia: Abraham.

Abraham no actúa en función de algo válido para todos (esto sería el estadio ético), ni tampoco de su mayor bien egoísta, que es lo que haría si perteneciese al estadio estético, sino que actúa en virtud del absurdo, de la paradoja. Dios le pide que sacrifique aquello que más quiere, su hijo Isaac, y Abraham se dispone a hacerlo sin dudar, a la par que sabe que Dios no lo permitirá. De modo que está dispuesto a sacrificar a su hijo, realmente dispuesto, pero por la fe sabe que Dios lo impedirá. Ésa es la paradoja, es un sacrificio sin sacrificio, siendo a la par consciente de que lo va a realizar y que no va a ocurrir. Y esta paradoja se encuentra ausente en la película de Von Trier.

Continúo:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
huineman
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10 de mayo de 2009
54 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
La credibilidad en el cine para mí no tiene por qué suponer un acercamiento a la realidad, sino, simplemente, que me olvide de que estoy viendo una película, de que hay artífices.

Sin embargo, en "Rompiendo las olas" von Trier sí quiere lograr la credibilidad acercándose al realismo. Para ello emplea el documentalismo, la planificación aparentemente improvisada, la cámara al hombro..., elementos que, en efecto, dan la sensación de realismo constante, pero no siempre de credibilidad. Von Trier no quiere o no puede conseguir que nos olvidemos de que él es el que mueve los hilos. Por ejemplo, que haga que el personaje mire a cámara de vez en cuando para mí no es documentalismo ni realismo, ni mucho menos creíble. Es artificial.

Con ecos de Dreyer (sólo con ecos, que a éste sí te lo creías), se nos plantea una encrucijada religiosa: si el amor es ante todo lo que pide Dios a los hombres, ¿está justificado pecar (en este caso hablamos de adulterio) por amor, por bondad? El dilema está muy bien desarrollado en la película, pero no resulta interesante porque te lo resuelve al final. Von Trier no deja que saquemos nuestras propias conclusiones, y nos impone su solución. Esto también es artificial.

Y, sin embargo, la película funciona en su parte dramática como un puñetazo en el estómago.

Si el guión y parte de la dirección son falsos y maniqueos, a la hora de emocionar me cuelan gran parte de estas trampas una por una. Todas las exageraciones del papel son sobrias en la práctica, los momentos que pedían a gritos la lagrimita fácil la rechazan y se tornan crudos y libres de subrayados, sacando la lágrima, sí, pero a golpe de talento. Y, además, con un acierto tremendo que me ayuda a tragar la resolución mascada del dilema: una atmósfera fría y rancia, casi demoniaca, para retratar la sociedad religiosa, presidida por los representantes de un dios anquilosado.

Una vez más, Lars von Trier demuestra ser un experto jugador de cartas. Se tira muchos órdagos y siempre logra que no me atreva a levantarle las cartas. El día que me dé por hacerlo, saldré de dudas de si va cargado o de farol. Mientras tanto, sólo queda rendirse a su talento.
GVD
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25 de enero de 2007
52 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas consideradas de las mejores del cine es "Ordet (La palabra)",1955, del director danés Carl Theodor Dreyer; en ella se aborda impactantemente el tema de la fe religiosa, la "locura" o comportamiento de quien se abandona más en manos de Dios que en manos de los "representantes" de Dios en la Tierra; así mismo, trata de la sintonía de todo ello con el poder del milagro. Pues bien, C.T.Dreyer, ya tiene su sucesor danés: Lars Von Trier, quien seguro marcado por aquel gran maestro de su mismo país, ha querido romper olas en su memoria y honor, hacerle este homenaje de reconocimiento con una película que aborda el mismo tema y meollo religioso.

En "Rompiendo las olas", Lars Von Trier, al igual que décadas antes lo hizo Carl T. Dreyer con su "Ordet", pone de manifiesto qué maravilloso poder resulta de la auténtica fe religiosa; qué caracteriza al "homo religiosus" por excelencia; cómo es esa especie de "locura" que hace de algunos individuos confiar plenamente en un invisible trascendente e inefable (Dios) antes que en la mayoría de gilipollas convencionales que los rodean creyéndose los cuerdos, los decentes, los justos, los racionales; y por supuesto apuesta porque la capacidad de hacer milagros, implícita en todo aquel que "padezca de bondad".

La protagonista nos enseña la fuerza de su fe, lo doloroso y sacrificado que es acostumbrarse y dedicarse al AMOR, el poder milagroso que se deriva de la enfermedad llamada "bondad". En un momento del film, la "enferma de bondad" se presenta en el templo de los puritanos religiosos, donde sólo le es permitida la palabra a los hombres, y dice: «¿Cómo se puede amar a la palabra? Son las personas de carne y hueso a las que hay que amar».

Excelente Lars Von Trier, en la línea de Carl T. Dreyer, mostrando al mundo que la cultura de Europa, su vida, sus valores y su fe, están impregnados por evidentes características cristianas, aún notorias, cotidianas; raíces y fundamentos de una religión que marca nuestras vidas, valores y maneras de ser —por más que a muchos les pese, les joda y les revuelva sus convicciones ateas—. A lo hecho, pecho; y a la fe, milagros que rompen olas en nombre del Amor. Palabra (Ordet) que lo que digo, verdaderamente merece la pena.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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