Rumania, Bucarest: humanos y vampiros han llegado a un acuerdo para convivir en paz y armonía en La Tierra. Si quieres saber en qué consiste dicho acuerdo, cómo se llegó hasta él, de qué manera o en base a qué, apaga el televisor, esta película no va de eso.

¿De qué trata esta película? Imposible resolver el enigma.

Lo que es seguro es que hay vampiros, hay humanos y hay una especie de monstruos a medio camino entre los vampiros y las gárgolas que son los malos malotes de la película. Estos engendros de la naturaleza hacen que tres personajes equidistantes se unan en alianza para acabar con ellos, se trata de un criminal cazavampiros que odia a todos los vampiros del mundo porque de pequeño mataron a su mamá (ooooh); un policía moralmente intachable, rubio, barbudo e inocente por su increíble bondad; y un vampiro misterioso, distante y frío que, en el fondo, es un buen chico. Este dispar y aguerrido trío, en compañía de su correspondiente séquito de personajes secundarios abocados a morir majestuosamente en el transcurso de sus futuras investigaciones, descubren toda una teoría de la conspiración totalmente predecible en el que desenmascaran las malas intenciones de grandes autoridades políticas (¡qué increíble sorpresa!).

En general, hay acción, disparos, enfrentamientos entre aliados, pobres diálogos y, por supuesto, un romance humano-vampírico que acaba siendo vampiro-vampiro porque ella, al borde de la muerte, decide convertirse.

Pero, de nuevo, hay que insistir, ¿de qué va realmente esta película? ¿Va de vampiros? ¿De conspiraciones? ¿De humanos que resuelven sus problemas con el pasado? No lo creo, señores, pienso fervientemente que esta película trata sobre la voluntad humana. Así pues, la pregunta que hay que plantearse es: ¿serás o no serás capaz de aguantar unos escasos ochenta y cinco minutos de sufrimiento fílmico? He ahí la cuestión.

VALORACIÓN: MALA DE COJONES.