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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Comedia. Drama Provincia de Buenos Aires, fines del 2001. Un grupo de amigos y vecinos pierde el dinero que había logrado reunir para reflotar una vieja cooperativa agrícola. Al poco tiempo, descubren que sus ahorros se perdieron por una estafa realizada por un inescrupuloso abogado y un gerente de banco que contaban con información de lo que se iba a desencadenar en el país. Al enterarse de lo sucedido, este grupo de vecinos decide organizarse y ... [+]
1 de diciembre de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sebastián Borensztein es un director muy interesante del cine argentino (“Capitán Kóblic”, 2016 o “Un cuento chino”, 2011), que consigue con esta cinta una obra agradable y entretenida con un mensaje social que acierta a reflejar muy bien lo que fue la Argentina del ‘Corralito’, cómo los currantes, las clases medias y de ahí para abajo, mantienen el país con esfuerzo, tesón y eficiencia, PERO dominados por una gran casta de sinvergüenzas que mangonean a tutiplén. Como dice la conocida copla del cantautor granadino Carlos Cano: “esos gachós trajeaos que viven de na. Que lo roban, lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban”.

Están narrados los acontecimientos por Fermín Perlassi (Ricardo Darín), uno de los protagonistas que viene a convertirse en la voz de muchos. Las palabras que abren la película dicen: "Según el diccionario, 'gil' es una persona lenta, a la que le falta viveza y picardía. Aunque ya sabemos que laburante, tipo honesto, gente que cumple las normas, terminan siendo sinónimos de 'gil'. Pero un día el abuso al que estamos acostumbrados los giles se convierte una verdadera patada en los dientes. 'Basta', se dice uno". Todo un alegato a los sufrientes ciudadanos de cualquier lugar del mundo pero con el subrayado de la ignominia que supuso en 2001 el cierre de los bancos a los ciudadanos argentinos; la nobleza del pueblo versus la sevicia y la voracidad de quienes ostentan el poder.

La cosa se desarrolla a finales del 2001, cuando un grupo de amigos y vecinos del pequeño pueblo de Alsina (Bs. As.) pierde todo el dinero que había conseguido reunir para reflotar unos viejos silos. Cuando descubren que sus ahorros volaron por una gran estafa perpetrada por un abogado y un gerente del banco, los giles deciden organizarse y pergeñar un plan minucioso para recuperar su dinero.

Llamativo guion de Sebastián Borensztein y Eduardo Sacheri, adaptación de la novela de éste último “La noche de la Usina” (premio Alfaguara 2016), pleno de humor que sabe mantener el pulso en los momentos de mayor dramatismo, pero sin renunciar el tono gamberro y ganso del comienzo. La película sirve para recordar la ignominia que supuso el "corralito", y a la vez un acercamiento a la nobleza popular frente a la vileza del poder.

Se da una gran empatía del espectador con los pobres giles engañados; hay gags, chistes y diálogos muy graciosos y muy argentinos, todo lo cual se desarrolla en clave tragicómica, un terreno atrevido en el que Borensztein sabe moverse con destreza. A partir de este punto la película resulta más que simpática, en un trabajo coral donde los villanos son malísimos; y entre los héroes de la función, un grupo de personajes encabezados por Darín, un tipo bueno duramente golpeado.

El reparto es de antología, con un Ricardo Darín a la cabeza que hace un trabajo sutil y loable. Luis Brandoni genial, un señor que con poco parlamento pero con un deje cargado de sorna y dolor, llena de contenido su papel. Chino Darín (hijo de Darín) pasa bien el corte aportando una dosis de amor romántico que se agradece. Merece también especial mención un caricaturesco Andrés Parra en el rol de malvado ladrón de pobres. Y acompañando con enorme nivel: Verónica Liinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso y otros, todos buenos.

Sebastián Borensztein sabe contar la historia en clave de comedia dramática. A lo cual se unen pinceladas de thriller de atracos (robo perfecto), cine de suspense, western, sobre la amistad y la solidaridad. Una cinta, en fin, que deja un excelente sabor de boca en el espectador, con un final de ‘justicia poética’.

Sugestiva la música de Federico Jusid junto a temas de figuras clásicas del rock argentino como Luis Alberto Spinetta, Divididos, Los auténticos decadentes, Babasonicos, Cerati, Serú Girán, etc. Muy buena la fotografía de Rodrigo Pulpeiro. Puesta en escena y montaje acelerados con equívocos e invenciones que se convierten en un slapstick criminal de bajo presupuesto.

Película que alterna gracia, guasa y chispa, y que nos obsequia con una trama fresca y ligera que combina la intriga con la mirada social, a modo de fábula con mensaje maniqueo que incluso resulta acertado. A Borensztein le ha salido una película amable y viva que reivindica la solidaridad y la nobleza.
Kikivall
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