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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Intriga. Cine negro Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final. (FILMAFFINITY)
1 de noviembre de 2019
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Un ex policía llamado Germán Areta que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un poderoso terrateniente de León. Mientras realiza la investigación, el piojo-Areta descubre que la muchacha huyó de casa al enterarse que estaba embarazada.

Cuando Garci dirige esta cinta tiene 37 años, en plena madurez, un año antes de conseguir el Oscar de Hollywood. Y consigue una hazaña de las muy buenas: hibridar el noir norteamericano y el español. Es tan palmaria la idea, que la trama transcurre de forma paralela entre Nueva York y Madrid, ambas fiel representación de la urbe contemporánea, con lugares de juego y hampa, la pasión por el boxeo y donde el crimen campa por las avenidas. Claramente, Garci quiere verse reflejado en la modernidad yanqui, escapar del casposo tardo-franquismo y definir un film negro genuinamente español con todas las cualidades del género americano, con dedicatoria a la obra del maestro de la novela negra americana, Dashiell Hammet.

De modo que esta obra de Garcí, podríamos decir, que huele a la nostalgia de aquel cine del que tanto bebió en las salas de la época, cine negro con gánsteres de los buenos, crímenes, tipos duros y coches de los muy grandes con sus sirenas a todo trapo.

Y luego está la pericia de Garci en el depurado uso de los rostros, de las miradas, y un Landa que se supera así mismo, tanto en el encasillamiento del ‘landismo-macho ibérico venido a menos’, como en el oficio de actor de los buenos, que hace gala de unos registros mucho más amplios de lo que su tradición anterior le otorgaba. Y aquí entramos en el reparto, pues si Landa lo hace perfecto pistola en mano diciendo: "devuélveme el mechero o te quemo los huevos", mientras come un plato combinado y escucha cintas de Bordon 4, Eugenio y Jeannette al fondo, lo cual que no tiene precio; pues digo, a todo este actorazo se unen unos geniales María Casanova, el enorme José Bódalo, o los impagables Manuel Tejada, Miguel Rellán y Manuel Lorenzo. Un elenco de lujo.

Sin olvidar las consecuencias que tienen la implicación en el caso, que explican el gran nivel ético y personal de Areta, sus ayudantes, y las características de la sociedad en que se desenvuelven. El Areta de Landa es hierático y desapasionado, justo y solemne. Sin cambiar de expresión es capaz de apuntar con un revólver en la entrepierna como dar una paliza con un solo dedo o gastar una broma ocurrente. Areta-Landa es también tremendo: busca y emplea explosivos o mata canes, o toma venganza a su bola, pero es igualmente un tipo entrañable y sensible con su amada y la hija de esta, o cuando presencia una escena dramática. Areta es ‘bueno’, busca el bien, pero también sufre y padece reveses vitales de proporciones oceánicas, pero eso no le hace sucumbir ni perder la esperanza en el género humano.

De otro lado Areta no abandona nunca, a pesar de que le digan que deje el caso, él no arredra, hay celo profesional y honor y continúa su investigación hasta el final. Deudas tal vez con Sam Spade o Philp Marlowe, pero en contra de estos, Areta quiere sentar cabeza, armar una familia. Areta no es un cínico, le sobra ética. Una mezcla de caballero español y poli yanqui que acabará por pagar muy caro.

La relación con el western es innegable, pues es otro de los géneros favoritos de Garci. Areta nunca se retira y siempre está dispuesto al desagravio y a la acción.

Pero no estamos en Norteamérica, hay en la cinta referencias muy castizas a la Navidad y a retomar la senda del cariño, corregido y aumentado precisamente por la desolación.

El crack tendría una segunda entrega en 1983, que referenciaba a Raymond Chandler, el otro gran escritor de novela negra norteamericano. El reparto fue el mismo prácticamente, y la estructura muy parecida: el Piojo-Areta recibe el encargo de un integrante de una pareja homosexual para investigar a su cónyuge. Toda una novedad y la presencia impagable de Arturo Fernández, tragedias personales incluidas. Pero en esta segunda entrega, Areta, que ya ha aprendido, decide colgar el revólver y largarse de viaje a Roma con su novia.
Kikivall
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