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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Ciencia ficción. Acción En el año 2018, el mundo se encuentra agrupado en seis corporaciones: Energía, Alimentación, Lujo, Vivienda, Comunicación y Transporte. La tranquilidad social es absoluta, pero la gente carece de libertad. Se desahogan con el Rollerball, un violento juego que pone en peligro la vida de los jugadores. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué hermoso cine Bretón de Salamanca. Qué hermosa vida universitaria la mía de aquellos entonces. Por cierto, íbamos al cine un grupo de amigos, una o dos veces en semana. Sin duda, en proporción, el cine era más económico en aquellos años setenta, pues nuestras asignaciones como estudiantes eran exiguas y nos alcanzaba bien para ir al cine. Pero a lo que voy, qué maravilla el “Rollerball” del canadiense Norman Jewison, tan eficaz e intuitivo como siempre, tan artesano y bueno, con una realización de maestro. Gran guión, enorme historia la que escribe William Harrison, y un reparto en el cual sobresale en su mejor momento un sobresaliente James Caan que se salía de la pantalla y de la pista, nunca mejor dicho; sin olvidar a la bellísima Maud Adams.

Y digo nunca mejor dicho porque Rollerbll es un deporte-juego de ficción en el cual, en un ruedo y sobre patines a toda mecha, ayudados por otros participantes en motocicletas que colaboraban a los patinadores a tomar velocidad, donde valía todo, los jugadores se empleaban en introducir una bola de acero lanzada con enorme fuerza mecánica, en una cibernética cesta, que en realidad era un hueco en el lateral de la pista. Mucha violencia, la vida pendiente de un hilo, mucha emoción en la pantalla, los gladiadores del siglo XX en una fábula futurista que cada vez es menos futurista. Sobre todo en la final mundial, cuando no hay tiempo y el enfrentamiento es a vida o muerte, a ver quién sobrevive. Trepidante es poco.

Esta es una cinta fantástica, con abordajes filosóficos y un importante tinte de melancolía. A la vez es una oda a la rebeldía y una apología contra absolutismo. Y defensa de la cultura, los libros, el saber. Esta es una película que en su momento parecía profética –ahora se comprueba en muchos aspectos-, arbitrariamente arrinconada y sin embargo un dilm más que interesante.

Las grandes ciudades tipo megalópolis desplazan a los estados, competiciones deportivas mundiales, grandes corporaciones dominantes, y un descrédito por conocimiento en una sociedad de la imagen. Poblaciones multirraza, hombres al peso, el fin de la espiritualidad, exceso de lujo y dispendio, esnobismo en el arte, ostentación, sexo. Todo ello nos siuena ¿o no? Ppor lo tanto es una peli profética que anticipó, cuando el siglo XXI era impensable, mucho de lo que vemos hoy en multitud de planos de esta vida materialista, violenta, bizarra y carente de perspectiva humana.

Película, en fin, sólida, técnicamente impecable, narración intensa y atrayente, con fondo para pensar largo y tendido, gran fotografía del británico Douglas Slocombe, espectáculo a tope y hasta una prominente música que incluye el adagio de Albinoni o la partitura de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.

Ciencia ficción con mensaje e incluso en muchos aspectos, obra premonitoria.
Kikivall
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