Para quienes recordamos aquellos días de noviembre de 1979 y lo que ocurrió en Teherán tras la precipitada huida del Sha y su acogida por parte del entonces Presidente norteamericano Jimmy Carter, esta película resulta de gran interés. Pero lo es igualmente o más, para quienes no conocieron estos acontecimientos que cambiaron el mundo y la geopolítica actuales.

Con la llegada del Imán Jomeini a Irán, la enfervorizada ciudadanía ocupó la embajada de los Estados Unidos en represalia por el asilo político concedido por los americanos al Sah Mohammad Reza Pahlavi y su familia. La turba tomó el edificio y en el asalto cincuenta y dos personas fueron hechas rehenes. En estos tensos momentos el Presidente USA Carter que parecía impotente; este film resulta muy esclarecedor y fidedigno de lo que tuvo que ocurrir sobre el terreno. Es de agradecer que se cuente esta reciente Historia y que se haga de manera clara e incluso entretenida.

Ben Affleck dirige magistralmente esta especie de cine-documento, thriller de evasión o cine político, pues tiene muchas lecturas. La realidad que refleja es tremenda, y Affleck le da una intensidad y un ritmo propiamente de infarto, sin obviar la realidad patente del integrismo en las calles iraníes.

Desde el principio de la cinta y en el transcurso de ella, toda la película es un puro frenesí, un angustioso vértigo; es una película que transcribe el modo de hacer cine de los años ‘70, que en este caso resulta estar muy bien resuelto.

Es muy importante el guión de Chris Terrio que no descuida detalle y traza la línea del ímpetu y la cólera en un libreto que a mí, la verdad, me gustaría poder ver y leer (una curiosidad). Excelente la música de Alexandre Desplat y una gran fotografía de Rodrigo Prieto.

Como dicen algunos críticos muy acertadamente, Affleck compone una película que, en realidad, son tres en una: la primera y creo que principal, es un 'thriller' eficaz; en segundo término es una comedia brillante alrededor de Hollywood y sus delirios de antaño, o sea, una caricatura festiva y tibia, de los mecanismos de la industria del cine norteamericano; y finalmente es un poco de drama, que es la parte más débil del film.

En el reparto, Ben Affleck hace lo que tiene que hacer, sin excesivos alardes, pero muy resultón y llenando pantalla. Por lo demás, es una película que dispone en papeles breves, a actores que siempre inyectan vida y credibilidad a sus personajes, como John Goodman, siempre grande; Alan Arkin genial; Bryan Cranston convincente como hombre resolutivo y audaz; Victor Garber, muy bien como embajador; Taylor Schilling, bien; y otros muchos más, todos conjuntados y de nivel que le valió el reconocimiento al mejor reparto del Sindicato de Actores en EE.UU. (Screen Actors Guild Awards - SAG).

El caso es que la película muestra a las claras la rocambolesca y real historia ocurrida con la denominada ‘crisis de los rehenes’. Todo esto está contado con una magnífica cantidad de intriga y también humor. Y eso sí, dirigida por Affleck con mano firme, con una precisión de relojería, graduando la tensión de clímax al milímetro; como consecuencia, cada minuto es vivido por el espectador como un momento preciso de susto y congoja que lo lleva al siguiente momento ídem, y así de forma sucesiva.

Película que habla de lo que fue una lamentable realidad, una realidad que superó la ficción. Con esta película, la realidad, o sea la Historia y la ficción se unen en una hábil manera, dando lugar a una cinta que tiene prácticamente de todo, pero fundamentalmente, según mi parecer, es un thriller de primer orden, buen cine, una obra interesante.