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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama Liyun y Yaojun, una pareja de obreros, intenta recuperarse de una devastadora tragedia familiar en los tumultuosos años entre 1980 y el siglo XXI. Constreñidos por la política nacional de hijo único, sus vidas se transforman gradualmente por el impacto de la cambiante identidad nacional en China. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2019
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wang Xiaoshuai consigue una obra conmovedora, que además muestra con notable excelencia, una visión fidedigna y de enorme interés, sobre los cambios que se han ido produciendo en China durante tres décadas. Lo hace a través de la ficción, del seguimiento de varias familias durante treinta años, personajes forjados en los tiempos de la Revolución Cultural, hasta nuestros días. Cuenta, además de la historia, el sufrimiento humano y las heridas morales de los personajes, fruto de las restrictivas políticas de planificación centralizada. La medida del hijo único decretada por el gobierno chino en 1978, vigente hasta 2015. Prohibiciones de tipo moral como el baile o la música ligera considerados libertinaje. Despidos masivos de empresas estatales que soportado el pueblo chino desde la época Mao hasta el confuso sistema actual en el cual los emprendimientos privados, el enriquecimiento y el desmedido consumo son ya una realidad palmaria.

Tanto la dirección como el guión de Wang Xiaoshuai constituyen un alarde de buen cine que apuesta por una forma de melodrama familiar moderno. Familias heridas que sobreviven a pesar del dolor que arrastran. Mucho penar, la omnipresente y alegórica agua inundándolo todo como símbolo de vida, pero también de destrucción; y a veces, la lenitiva música de Dong Yingda, capaz de remover las entrañas.

Xiaoshuai se decanta por la estética frugal de gestos mínimos, momentos humildes de calado dibujados con la fotografía realista de Kim Hyun-seok en tonos marrones, en ocasiones opresiva; movimientos de cámara ondulantes y suaves; el factor humano omnipresente en planos fijos. Un montaje no lineal preciso y de gran mérito. Pero lo importante de esta cinta son los hombres, mujeres, ancianos, niños y jóvenes en una excelsa y clásica narración íntima. Un puzle de insólita exactitud en las formas, un trabajo ortodoxo, calculado y preciso.

La película tiene un reparto vibrante y de enorme calidad. La sobriedad, el aguante de aquellos chinos de los años ochenta son llevados a la pantalla por artistas como Wang Jingchun y Mei Yong, inconmensurables, impresionantes como protagonistas principales; interpretaciones contenidas donde juegan las miradas, los silencios, los gestos, los abrazos; ambos recibieron sendos Osos de Plata al mejor actor y a la mejor actriz en el Festival de Cine de Berlín. Destaco igual a Liya Ai y Du Jiang, con trabajos que son un alarde de repertorio y fuerza.

En fin, una película de las buenas. Sobria pero emocionante. Contenida pero vertiginosa en la que vemos pasar la Historia reciente de China. Templada pero a la vez muy sentida. Aparentemente lenta, pero no quieres perderte ni un minuto del metraje, pues todo tiene su interés. Incluidas las miradas, los silencios, las posturas corporales de los protagonistas o los parcos pero sustanciosos diálogos.

Al final todo cierra de manera perfecta. Estamos viendo el mejor cine del siglo XXI. Hay vida después de occidente, está el cine asiático y dentro de él, la potencia que viene de China, que tiene mucho que decir y aportar al Séptimo Arte.
Kikivall
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